de recaudar en lo
sucesivo algunos maravedis. Todo esto tenia don Silvestre; y digo mal:
tenia tambien un pleito que le consumia la mitad de sus rentas, hubiera
o no celliscas, paperas o coscojo; pues el abogado trabajaba _a subio_,
y en sus minutas no cabia mas enfermedad que la polilla, la cual evitaba
perfectamente renovandolas con frecuencia y poniendolas bajo el amparo
de los haberes de su defendido.
Y no se vaya a creer que este agujero del bolson patrimonial apenaba al
solariego; nada de eso. Seturas pleiteaba con la desdenosa tenacidad de
todo buen montanes, para quien nada supone el bollo cuando se trata del
coscorron; lo propio hizo su padre, muerto gloriosamente de un sofocon a
la puerta de la Audiencia, por llegar a tiempo a presenciar la
quincuagesima-octava vista del proceso. Y aqui debo advertir que este
pleito era de abolengo e inherente al patrimonio de los Seturas, quienes
le defendian como punto de honra solariega, habiendose jurado de
generacion en generacion, las siete que contaba de fecha, gastar hasta
la ultima teja en la rehabilitacion de un derecho que estaba tan claro
como la ley de Dios.
Y los Seturas tenian razon. Figurense ustedes que el fundador del
vinculo, el primer Seturas, como premio de un anticipo que le hizo el
concejo para levantar una pared medianera que le derribo una invernada,
consintio en que le echasen una _rodada_ por un prado de quince carros,
lindante, de Norte a Sur, con una cambera demasiado estrecha y que, por
lo mismo, era inutil para el servicio publico, toda vez que no consentia
ningun vecino de los lindantes con ella que se atropellasen sus
propiedades bajo el futil pretexto de la comodidad del projimo. Mientras
vivio el fundador, no se opuso nunca a que algunos de sus convecinos
pisasen con una rueda de las dos de sus carros la linde del prado de la
cuestion. El primer Seturas era logico, aunque lo ignorase: mientras no
pagara el anticipo del concejo, el contrato con el celebrado estaba
vigente en todos sus terminos, y el dicho fundador no pago en su vida.
Pero murio este de viejo, por mas senas; y un sucesor que logro un par
de anos en que hubo plaga de patatas y de alubias, consiguio pagar el
anticipo hecho a su ascendiente, sin desmembrar el mayorazgo,
reclamando al mismo tiempo la extincion del compromiso de la rodada.
Entonces el vecindario, que se evitaba un gran rodeo para servir la
llosa yendose por la linde del prado de los Seturas, reunido en sesion y
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