... Por cierto que,
al entregarle su tutor las cuentas, de poco se arma otro pleito sobre no
se que raspaduras hechas en los libros.
II
Dueno de algunos cuartejos, hubiera podido satisfacer el antojo de
libros que tuvo anos atras; pero, sobre habersele dormido la aficion a
ellos, le era imposible dedicarse a la lectura. Entre los naipes, los
bolos y el pleito que corria ya de su cuenta, no le quedaba tiempo libre
en todo el ano mas que para almorzar la cazuela de leche; tomar las once
con medio de blanco; comer despacio el ollon de berzas, patatas y
tocino, en compania de su ama de llaves; echar la siesta, en verano bajo
un nogal y en invierno en la pajera; cenar al anochecer otro ollon como
el del mediodia; dormir diez horas, y, por ultimo, pasar una escoba o un
punado de yerbas sobre el lomo de su ganado antes que lo llevaran por la
manana al pasto, y segar el retono para el caballo que estaba a su
cargo.
Bien debe saber el lector de por aca, que de ninguno de estos pormenores
puede prescindir un mayorazgo del corte de nuestro Seturas, si no se
cruza en su vida algun incidente extraordinario, como se cruzo en la de
don Silvestre anos despues de su advenimiento al mayorazgo.
Llevole el procurador una _Gaceta_, al cual periodico estaba suscrito
en union de otros companeros de la curia, aconsejandole que desde aquel
dia la leyese siempre, cuidando el de proporcionarsela, pues le convenia
estar al tanto de los decretos del Gobierno por si se hallaba con alguno
a que se pudiese agarrar para su pleito; no porque dudase de la
inteligencia y celo de su abogado, sino porque este habia citado, mas de
una vez, disposiciones derogadas medio siglo hacia, y pasado en silencio
otras mas recientes que favorecian la causa del mayorazgo.
Este se conformo el primer dia con leer el titulo del periodico y el pie
de imprenta y contar los renglones de una columna, para calcular los que
tendria todo el papel, y los reales que sumarian, suponiendo que a el le
dieran un ochavo por cada linea.
Dias despues leyo un decreto; otro dia leyo tres, y asi sucesivamente,
hasta que acabo por leerse todo el periodico y por despertar su antigua
aficion a lo negro, contribuyendo no poco a ello los comentarios
politicos que dio en hacerle el cirujano, que recibia otro periodico,
sobre los decretos que el primero le citaba casi de memoria. El
romancista, que estimaba a don Silvestre porque sabia latin, le propuso
el cambio de sus periodi
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