-anadio,
enternecido, dirigiendose a la puerta,--dicen ustedes que me he
equivocao, y yo lo creo.... Perdonar la falta..., y queden ustedes con
Dios....
--Tiene razon el buen hombre--exclamo a poco rato el bonachon
madrileno.--El infeliz no tendra, tal vez, comida para manana; y de el
no ha salido la idea de hacerme reo de semejante delito.... Llamale,
Silvestre, que voy a gratificarle....
--No te apures, hombre de Dios; yo los conozco mejor que tu ... y no son
tan suaves como aparentan.
De todas maneras, el aldeano habia desaparecido, y los buenos deseos del
madrileno quedaron sin realizar; pero don Silvestre tuvo que aceptar de
su amigo una moneda de oro para entregarsela al pobre labrador lo mas
pronto posible.
Cuando al dia siguiente se desperto el madrileno, su primer recuerdo fue
para el aldeano; y, en su consecuencia, la primera pregunta a su amigo,
en estos terminos:
--?Le entregaron el dinero?
--No--contesto el mayorazgo.
--Caramba, lo siento mucho....
--Bah..., no te apures ... y, por de pronto, lee este papelito que me
ha entregado para ti el alguacil del concejo.
Tomo el huesped, lleno de sorpresa, el papel, y leyo en voz alta lo
siguiente:
"Alcaldia constitucional de....
"Por la presente, y a estancia del vecino Cleto Rejones, se cita a
juicio verbal para manana a las tres de la tarde, en la casa-concejo, al
senor don Fulano de Tal, sobre pago de desprefeuto de ojeutos naturales,
esistentes en una propiedad lindante al vendaval con su casa, y cerrada
sobre si a pare seca, y de cuyos ejeutos alimentivos esta dicho Cleto
Rejones acaeciendo.--El Alcalde constitucional, _Trebucio Canales del
Garojo_."
FOOTNOTES:
[Footnote 7: Cerdos.]
[Footnote 8: Empujado]
XIV
Si el lector desea conocer el fin de este peregrino incidente, que hubo
de costar la salud al desencantado madrileno, haganos el obsequio de
acompanarnos al mismo edificio dentro del cual se debatio la cuestion de
aceptar o no el relo consabido.
Pero en lugar de quedarnos en el ancho salon donde el pueblo se reunio
entonces, y que a la vez sirve de escuela publica de primeras letras,
vamos a subir por una angosta escalerilla abierta en un angulo de la
pared opuesta a la puerta principal. Como son las tres de la tarde, y
esta de un dia de trabajo, tenemos que encontrarnos, al atravesar el
citado salon, con dos largas filas de muchachos sentados ante un doble
atril, sobre el que unos escriben y repasan otro
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