nos comprometemos a hacer otra
torre nueva u otra iglesia, si el ayuntamiento lo tuviere por
conveniente.
"_Item_.--Yo y las dichas generaciones y herederos nos comprometemos a
pagar todos los pleitos que por causa del relo resulten en el lugar, o
en las inmediaciones, y a no hacer reclamacion alguna al concejo de ...
por conceuto del relo ni otro alguno.
"Asi lo quise; y, para que conste, lo firmo en ... a tantos de Julio,
etc."
--Ahora--anadio el tio Merlin,--que firme ese senor; despues que vea por
onde nos mete mano.
Y retozandole la risa en los labios, salio del concejo entre la algazara
y los aplausos de sus convecinos.
Aquel mismo dia se presento el alcalde con este documento al forastero,
diciendole, al entregarsele, con tono y expresion de triunfo:
--Aqui esta mi contestacion.
El amigo de don Silvestre no pudo menos de reirse al leer tan peregrinas
condiciones, a pesar de la sorpresa que le produjeron, despues, se
indigno al considerar tan miserable suspicacia, y, por ultimo, rompiendo
en pedazos el papel y volviendo las espaldas al alcalde por toda
contestacion, acabo por compadecerse de aquellas pobres gentes que, por
huir de un mal que nadie les hacia, desechaban el bien que les iba
buscando.
XI
En estas y otras, la estacion avanzaba y el melancolico otono iba
iniciandose a medida que morian las ilusiones del forastero. El
aterciopelado verde de la campina se habia cambiado en otro mas palido y
amarillento; segada y recogida la yerba de los prados y _despuntados_
los maices, las mieses habian perdido toda su lozana frondosidad; y su
aspecto, aunque bastante mas risueno que la primavera de Castilla,
infundia cierta tristeza en el animo que la habia contemplado dos meses
antes. Los bosques se enrarecian tambien al menor contacto del furibundo
viento Sur, que ya estaba en plena campana para secar las panojas y
madurar las castanas; los pajarillos enmudecian poco a poco y volaban
errantes e indecisos; las noches crecian y los dias acortaban; la
naturaleza toda anunciaba su letargo del invierno, y no se escuchaba
otro sonido de su elocuente lenguaje que el de los secos despojos de su
primavera, rodando en confuso torbellino a merced del viento que cada
dia soplaba mas recio.
No necesitaba el forastero tanto aparato para languidecer y enervarse,
despues de los desenganos padecidos hasta alli. Asi es que, a la vista
del cuadro que se le presentaba, no tenia otro deleite que pensar en
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