e.--?Seras capaz de
marcharte?
--Y lo mas pronto que me sea posible. Ya sabes cuales eran mis ilusiones
al llegar a tu casa; ya viste hasta que punto me aproveche de ellas, y
tambien te son notorios los esfuerzos que he hecho por conjurar los
tristes efectos de mi desengano. No dudaras, pues, de lo invencible de
mi ultima resolucion, que me aflige, te lo juro, al considerar que tengo
que dejarte, noble amigo, ya que tu, por identicos motivos, no quieres
seguirme a Madrid.
Viviendo en medio de tus paisanos, llegue a detestar su trato, porque su
ruda sencillez heria con frecuencia mi formalidad. Con mis titulos de
hombre civilizado, fue muchas veces objeto de risas y chacota entre los
mismos que tan lejos estan de mis luces y de mi educacion; y salvas las
distancias, sucediame lo que al poeta de las incultas regiones del
Ponto-Euxino. Como el exclame en mis adentros, mas de dos veces:
_Barbarus hic ego sum, quia non intelligor ulli._
Porque entre estos seres incultos, el mas barbaro parezco yo, que no
puedo hacerme comprender de nadie, al paso que soy victima de las
miserias de todos.
Huyendo de los inconvenientes de su trato, me aisle en tu casa y busque
la soledad fuera de ella: ya has visto lo poco que adelante con esta
medida. Las ruines cavilaciones de tus convecinos me han perseguido
hasta en mis solitarias meditaciones. Y todavia diera de buena gana
estas molestias, si los ratos en que me veo libre de las asechanzas de
ese espiritu villano, pudiera consagrarlos al completo olvido de mi
mismo, o al cultivo de mi inteligencia y a la adquisicion de nuevos
conocimientos con el estudio; pero lejos de ello, ese tiempo no me
alcanza para precaverme contra unos y vencer el despecho que me producen
los actos de los otros; porque el maldito amor propio se rebela lo mismo
en estas pequeneces que en otros asuntos de mayor importancia. Y esto es
lo sensible, Silvestre: el dia en que tome con tanto calor como estos
ignorantes causas de tan mezquina condicion como la que acabo de ganar,
he de ser tan villano como ellos, sin que me sirva de nada la
experiencia que debo a mi azaroso trato con la gente culta. Que he de
contagiarme de estos miasmas, no tiene duda, y apelo a la reciente
escena: evitemos la ocasion del peligro, cuyo solo recuerdo me
estremece.
Y no quiero decir que estos aldeanos sean de peor condicion que los de
otros paises, no senor: tus convecinos son, tal vez, mejores que todos
los demas camp
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