estas aguas,
no hay cuidao por ello. Otros iran a la _otra banda_, al apostaero. Alli
la cosa tiene de too: poco trabajo, buena ginebra, buen tabaco y buen
cafe; pero hay que sudar el quilo a cada paso.... Dispues, hoy que _la_
colera, manana que el gomito negro.... iTina, y que intencion mas mala
tienen estos incomenientes con el probe marinero!... Al que acanzan con
el bichero, hasta que le matan no le dejan. Si a uste le encajan en
Manila, hasta el pan se conjura contra uno; el cuerpo no es mas que una
_remanga_ en aquella tierra: lo mismo da llenarle, que no llenarle, que
hace mas agua que un casco viejo; y en cuanto se desembarca, no le queda
una gota adrento. Un mes en aquellos mares, deja al hombre que no le
conoce la madre que le pario...; itina, mas amarillo y mas relambio se
pone!... Guerras no hay ahora que le obliguen a uno a soltar un par de
andanas a cada instante...; y como nusotros, en la _Ferrolana_, vimos
cuantos mares Dios crio y cuanto mundo se pue ver, ?a que ha de ir
naide ya por onde nosotros fuimos? iTina, no lo quiera Dios...; que hoy
se asa uste vivo, manana se aterece de frio, aqui calenturas, mas alla
sarna...; ihombre, que climen mas endino!...; iy que gente, me valga
Dios!; mas colores tiene que una _julia_.--Tocante a las campanas de
hoy, no hay que tener cuidao.... Conque..., animo, itina!, que de menos
nos hizo Dios.... Y aqui estoy yo que no me he muerto, y ha hecho la
suerte conmigo cuanto puede hacer un tiburon detras de un bote.... Y no
digo mas.
El bueno de Tremontorio siguio largo rato consolando, a su manera, a
aquellas pobres mujeres, hasta que el grupo, compacto siempre y cada vez
mas numeroso con la turba de chiquillos que se le iban agregando a su
paso, cambio de rumbo al llegar al Consulado, y se interno en la
poblacion; y yo, que maquinalmente le habia seguido escuchando a
Tremontorio desde la Punta del Muelle hasta aquel sitio, perdile en el
de vista y continue hacia la Ribera, vivamente impresionado con las
escenas de que habia sido testigo aquella tarde.
Cual seria la base de todas mis meditaciones, se adivina facilmente; que
remedio fue el primero que se me ocurriera para evitar males tan
considerables como el que deploraba entonces, no debo decirlo aqui por
dos razones: la primera, porque, en mi buen deseo, puedo equivocarme; y
la segunda, porque, aunque acierte, no se ha de hacer caso alguno de mi
teoria en las altas regiones donde se elabora la felicidad de los nie
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