o movimiento que tenia algo de salto y
poniendo siniestro brillo en sus ojos.
--Si, naturalmente.
Al oir esto, la devota, con instantanea fuerza, le asio con su mano
convulsa el brazo, y estrechandole violentamente, dijo:
--No, ino se ira usted!
En el mismo momento en que esto decia, se sintio que abrian la puerta de
la calle. Era Elias que entraba; se le sentia subir. Venia alumbrado por
una linterna, y como de costumbre, hablando solo.
--Retirese usted--dijo con viveza la mistica.--?Y usted se queda aqui?
--Retirese usted a su cuarto. Que no le vea levantado. Echese usted en
la cama. Finja que duerme.--?Pero usted? ...
--Vamos. Entre usted en su cuarto. Que ya llega ... Pronto.
Lazaro se retiro, empujado por ella precipitadamente. Entro corriendo en
su cuarto antes que Coletilla llegara, y arrojandose en el lecho, fingio
que dormia. El fanatico entro poco despues y se acosto murmurando.
Cuando apago la luz, Lazaro se incorporo en su lecho con mucha cautela,
y asomandose por una ventana que daba al corredor, miro hacia afuera.
Aun estaba alli la dama con el rostro vuelto hacia la ventana. Lazaro se
volvio a acostar, y pasado un cuarto de hora en que cavilo cuanto puede
cavilar cabeza humana, se asomo de nuevo y vio la misma figura blanca,
inmovil en el mismo sitio y con los dos terribles ojos negros fijos en
la ventana. Aquello le acabo de confundir. Paso mucho tiempo mirando
cada cinco minutos, y siempre veia la misma figura, hasta que al fin ya
no miro mas porque le daba miedo.
CAPITULO XXXI
#La reunion misteriosa.#
Al anochecer del siguiente dia salio Lazaro de su casa. Habia pasado
toda la manana averiguando donde vivia Bozmediano, y en las pocas horas
que permanecio en la casa de las tres nobilisimas damas, oyo decir que
dona Paulita estaba muy mala, y que Clara no estaba buena. Salome se le
presento varias veces, mas impertinente que de costumbre, para
recordarle que la tarde anterior no habia saludado a Entrambasaguas; y
Maria de la Paz Jesus hizo todo lo posible por encontrar pretextos para
reprenderle, lo que su admirable instinto de inquisidora logro
repetidas veces.
Lazaro salio, y ya entrada la noche penetraba en los solitarios barrios
de la Flor Baja, donde esta la habitacion de los Bozmedianos.
Entro en el portal y pregunto por don Claudio. El portero, que era
hombre de mal genio con los humildes, le contesto con muy desagradable
talante que no estaba.
Lazaro
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