olvera a ser impresionado por nadie.
Apenas habia pronunciado Coletilla estos terribles aforismos,
cuando se sintio ruido en la escalera. Eran algunos jovenes socios
del club naciente.
--Escondase usted ahi--dijo el Doctrino a Coletilla. Estos no le
han de ver.
Escondiose el realista en una alcoba inmediata, y entraron Alfonso
Nunez, Cabanillas y otro que hasta hoy no conocemos, y era Juan Pinilla,
gran orador de los _Comuneros_, apostol de las ideas mas disolventes y
extravagantes. Estaba ya en autos con el Doctrino; ambos servian a
Coletilla mediante respetables sumas y la promesa, solemnemente
asegurada, de un destino en las Intendencias de Cuba o Filipinas. Otros
muchos entraban en el infame complot, y entre ellos una gran parte sin
interes, guiados solo por patriotismo mal entendido, por la ignorancia o
la ambicion. Estos eran los mas desdichados.
--?Que hay?--dijo Nunez.--?Te has convencido ya de que esto no puede
retardarse? Manana sera tarde. He tenido ocasion de ver como estan los
animos perfectamente preparados para nuestro objeto. Los ministros,
los diputados de la fraccion _sensata_, son detestados: la tempestad
ruge sobre sus cabezas. Hay que hacerla estallar. Salvamos la
libertad, ?si o no?
--La salvamos--dijo el Doctrino.--Cuando contamos nuestras filas y vemos
que la mayoria de Espana esta con nosotros, ?no hemos de tener
confianza?
--Eso mismo digo yo--manifesto Aldama, que en presencia de Coletilla no
hablaba nunca; pero sabia recobrar, cuando el no estaba, el uso de su
muletilla.
--?No ha venido Lazaro?--pregunto el Doctrino a Alfonso.
--No estaba en su casa. Tal vez venga mas tarde.
--Esta noche vendra Jorge Bessieres, el gran republicano frances--dijo
Juan Pinilla, comunero y republicano.
Era Pinilla un hombre de gran talla, casi tan corpulento como el barbero
Calleja, pero de mas claridad en la mollera. Abogado sin pleitos, mas
por la violencia e informalidad de su caracter, que por falta de
talento; era gran terrorista, y su mayor afan era desempenar el papel de
acusador el dia en que la Junta de salud publica decretara el exterminio
de una gran porcion de ciudadanos, empezando por el Rey. Fernando estaba
ya sentenciado en los papeles de Pinilla, con otros menos dignos que el
de la guillotina. Poco despues de este furibundo demagogo, otro
personaje entro en escena.
--?Quien sera?--dijo el Doctrino sintiendo los pasos.--Apuesto a que es
el mismo Lobo en persona.
Un homb
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