llas decia de cuando en
cuando con un suspiro, mientras revolvia los escasos trapos negros de su
santa industria: "Ya no hay religion."
No tenian otro amigo que el abate don Gil Carrascosa, que, segun ha
llegado a nuestra noticia, tuvo en sus tiempos ciertos dimes y diretes
con una de ellas. El las visitaba, les proporcionaba algun trabajo y
solia darles algun rato de tertulia, contandoles las cosas de Madrid.
Pero si las de Remolinos (que asi se llamaban) no tenian mas que un
amigo, en cambio tenian un enemigo implacable, sanguinario, feroz. Este
enemigo era otra sastra, que vivia pared por medio, y que, por la
natural divergencia de opiniones entre los que se dedican a una misma
industria, les habia declarado guerra a muerte. Para martirizarla,
ademas de sus improperios y apodos, tenia un gato, que creemos nacido
expresamente para entrarse en el cuarto de las dos hermanas y hacer alli
cuantas inconveniencias puede hacer el gato de un enemigo. Tenia ademas
la dona Rosalia un amante _del comercio_, que la visitaba todas las
noches, en compania de una guitarra; y era este amante un ser creado de
encargo por el infierno para cantar y tocar toda la noche en aquella
casa y no dejar dormir a las dos sastras de ropas sagradas.
Dona Rosalia tenia mas trabajo que sus vecinas las de Remolinos (o las
_Remolinas_, como generalmente las llamaban), y ademas hacia cuanto
puede hacer una mujer envidiosa para quitarles a sus rivales el poco
que tenian. Acontecio que un paje de la Nunciatura, feligres antiguo
de dona Rosalia, y muy admirador de su buen color, se atrevio a
aspirar a no sabemos que honestas confianzas; picose la dama, picose
mas el paje, y al dia siguiente, al traer el bonete del Nuncio para
que le echaran un zurcido, en vez de darselo a dona Rosalia se lo
entrego a las dos hermanas.
Cuando dona Rosalia supo que el bonete de la Nunciatura estaba en manos
de sus rivales, le parecio que habia recibido la mas grande ofensa:
rompio relaciones con la Curia romana, dijo mil improperios al paje,
encargo a su gato ciertas sucias comisiones cerca de las dos vecinas
(comisiones que el animal cumplio con gran puntualidad), se acerco a la
puerta de las dos infelices, y les dijo mil cosas estupendas, que
hicieron proferir a la mas vieja de las dos en su lamentacion
acostumbrada: "Ya no hay religion."
Pero Rosalia buscaba una venganza terrible. ?Como? Mucho le asombro ver
entrar al abate con un militar desconocido. La casa esta
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