se quedo parado un buen rato, mirando al portero, como si le
pareciera inverosimil la declaracion de aquella sibila con gaban
galonado. Este creyo que no lo habia dicho bastante claro, y
repitio:--iNo esta!
Pero el joven tenia mucho interes en ver a Bozmediano aquella noche; asi
es que no se dio por satisfecho y pregunto:
--?Cuando vendra?
El otro creyo que esta pregunta, hecha por un joven que no parecia ser
de la primera nobleza, que no habia venido en coche, que no era militar
ni tenia botas a la _farole_ era una pregunta muy inconveniente y falta
de sentido comun. Se sonrio con aire de superioridad, y metiendose las
manos en los bolsillos, dijo:
--?Como quiere usted que sepa yo cuando viene? Vendra ... cuando venga.
--Es que tengo precision de verle esta misma noche. ?A que hora
suele venir?
--No tiene hora fija--dijo el portero volviendo la espalda y
dirigiendose a la porteria.
Despues volvio y dijo:
--Si usted quiere dejarle algun recado....
--No--replico Lazaro;--necesito verle yo mismo.
--Pues manana temprano ...--dijo el criado en un tono que era facil de
traducir por "vayase usted."
Lazaro comprendio que era imposible sacar mas partido de aquel
cancerbero, y salio; pero tenia vivos deseos de ver a Bozmediano aquella
misma noche. Pareciale que cada hora que pasaba despues del fatal
momento en que le vio desaparecer por la buhardilla, anadia nueva
intensidad a su agravio. Para el era Bozmediano entonces el ser mas
odioso y repugnante que habia nacido. Creiale inspirado tan solo por las
ideas mas bajas y groseras, y veia en el un cobarde seductor incapaz de
nada generoso ni bueno. Se contemplaba como superior, muy superior a
aquel hombre insidioso, y creia que solo con verle el criminal conoceria
toda su bajeza. A veces le daban arrebatos de subita colera, tan fuerte
y violenta, que al tener al militar ante si, se lanzarla sobre el
dispuesto a arrancarle por cualquier medio la vida. Con estos
sentimientos, el estudiante decidio no apartarse de la casa para esperar
a que entrara, si estaba fuera, o cogerle al salir, si estaba dentro.
Paso a la acera de enfrente y empezo a pasearse, resuelto a no abandonar
su puesto en toda la noche, esperando con la inquebrantable paciencia
que da el deseo de venganza.
Las diez serian cuando Lazaro vio que salian de la casa tres personas.
Acercose con disimulo, y vio que una de ellas era Claudio. Apoyado en su
brazo, y andando con lentitud, iba un ancia
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