--?Y donde esta?
--?Que donde esta? ?Que se yo? La hemos arrojado.
--?Pero donde ha ido?
--?Que se yo? Vaya a la calle, que es donde siempre ha debido estar.
iOh! Ella se habra ido muy contenta por ahi.
--Si esa gente ha nacido por la calle--dijo Salome, con un gesto de
repugnancia.--iQue ignominia!
--?Pero ustedes la han arrojado asi...? ?Donde ha de ir la
pobrecilla?--pregunto Lazaro, que, a pesar de su agravio, no podia ver
con calma que se injuriara y se maltratara de aquel modo a un ser
desvalido.
--?Que se yo donde ha ido? iAl infierno!--dijo Maria de la Paz riendo.
--Senor, ?es posible que haya tanta infamia en el mundo? iOh! Las ideas
del dia ...--murmuro Salome, alzando las manos al cielo en actitud
declamatoria.
Antes de decir lo que hizo Lazaro al encontrarse con tan estupenda
novedad, contemos lo que paso aquella noche en la vivienda de las tres
damas. Coletilla habia salido diciendo que no volveria hasta dentro de
tres dias, por tener que ocuparse fuera de cierto asunto; y ellas
estaban comentando esta rara determinacion, cuando acontecio un suceso
que dio por resultado la expulsion definitiva de la huerfana.
CAPITULO XXXV
#El bonete del Nuncio.#
La sastreria clerical fue industria muy socorrida y floreciente en el
siglo pasado. Habia muchos clerigos, y ademas gran cosecha de abates,
gente toda que vestia con primor y coqueteria. Los que a tal industria
se dedicaban obtuvieron pinguees ganancias, y esto fue causa de que se
dedicaran a explotarla muchos menestrales de ambos sexos, educados al
principio en la sastreria profana. En el presente siglo la industria en
cuestion estaba muy decaida, no sabemos si porque habia menos clerigos o
porque habia mas sastres. En el quinto piso de la casa de Tocame Roque,
situada en la calle de Belen, tenian su nido dos hermanas, sastras de
ropas sagradas, que habian venido muy a menos. En sus mocedades habian
cosido muchos manteos y sobrepellices para los canonigos de Toledo y
para los clerigos de la corte; pero en la epoca de nuestra historia, por
razones sociales que no es oportuno consignar, solo consagraban su
misera existencia a remendar las verdinegras hopalandas de algun
escolapio o de algun teniente cura pobre y andrajoso. Hacian de peras a
higos un bonete para un capellan de Palacio o para el senor fiscal de la
Rota, y nada mas. Eran muy pobres, pero soportaban con paciencia la
desgracia sin exhalar una queja. Solo una de e
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