ella misma lo supiera. El abate
pensaba realizar un buen negocio, ya haciendose por cualquier medio
poseedor del derecho, ya pleiteando por cuenta de ella, con esperanza de
sacar un buen bocado. Su hambre era tanta como su ingenio, razon por la
cual habia probabilidad de que saliera adelante con su empresa.
Dejemosle alla dedicado a la ardua tarea de conquistar a la semidiosa, y
asistamos a la sesion de _La Fontanilla_.
El Doctrino decia a Coletilla:
--Mucho me temo que eso no salga bien: yo cuento con gente decidida;
pero el golpe es demasiado terrible, amigo don Elias, y temo que se
alborote la opinion publica.
--Si ya la opinion publica se ha presentado contra ellos; si les senala
con execracion--observo Elias con mucha vehemencia.--Parece que no
conoce usted al pueblo. ?No ve usted como estan _La Fontana, Lorencini,
La Cruz de Malta_ y _Los Comuneros_? ?No ve usted como los liberales
exaltados truenan contra los que llaman tibios, es decir, contra los que
apoyan al Gobierno y forman la mayoria llamada _sensata_ en las Cortes?
Pues bien: el pueblo esta furioso contra esos tibios; ya usted sabe como
se ha logrado encender esa ira. El pueblo esta pidiendo su destruccion,
porque cree que es el mejor medio de conseguir la libertad. Cumplamos la
voluntad del pueblo.
Indescriptibles son el sarcasmo y la diabolica malicia con que Coletilla
pronunciaba estas palabras. Ya comprendera el lector la marcha que
llevaban los planes de aquel viejo demonio del absolutismo. El caminaba
seguro hacia su fin: la paciencia, la constancia, la reflexion madura,
la astuta discrecion le guiaba; era hombre habil y con facultad
portentosa para idear y poner en practica proyectos como el que le vemos
desarrollar ahora.
--Bien--contesto el Doctrino:--yo convengo en que es preciso hacer eso
que usted dice, y ver el modo de que el pueblo bajo satisfaga su
sangriento deseo. El no sabe lo que quiere ni por que le quiere. Ha
adquirido por distintos medios esas ideas, y es preciso llevarle a su
realizacion. Pero me parece que aun no es tiempo, senor don Elias. Los
hombres senalados para victimas conservan aun mucho prestigio. El pueblo
no les quiere, es cierto, porque al pueblo se le ha extraviado y se le
ha enganado; pero tienen apoyo en la clase media y en una parte de la
aristocracia. Creo que no ha llegado aun el golpe de mano que usted
viene preparando.
--iQue nino es usted!--dijo el realista;--?que importa que esa gente
tenga algu
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