estoy confuso; no se por que toman ustedes ese tono. No se en que
puedo haberlas ofendido. ?Que he dicho?
--Ha dicho usted lo que no quiero recordar--dijo Paz, limpiandose la
consabida.
--Ha dicho usted que su sobrino se enmendara. iOh! no puedo creer que
usted...--exclamo Salome.--Adios, senor don Elias.--Adios, senor don
Elias. Se fueron. El fanatico volvio pronto de su estupor, y despues,
dando poca importancia a aquel asunto, se dirigio a su sobrino y dijo:
--Vamos, Lazaro: esta noche se reunen tus amigos en la _Fontana_. Hay
gran sesion: no faltes. Yo no me opongo a que cada cual manifieste sus
opiniones; tu tienes las tuyas: yo las respeto. Se que tienes talento y
quiero que te conozcan. Ve a la _Fontana_, ve esta noche.
Lazaro se quedo absorto, y apenas creia que lo dijera aquello el hombre
intransigente que tantas recriminaciones le habia hecho por sus ideas
liberales; pero acostumbrado ya a las cosas raras e inverosimiles, no se
preocupo mucho.
Llego la hora de comer, y la santa ceremonia del pan de cada dia fue tan
silenciosa, que aquella casa parecia de duelo. Baste decir que a Salome
se le olvido pasarle los garbanzos a Lazaro, y que este, por no dar
lugar a un nuevo conflicto, ni los pidio ni los tomo. Tampoco en la
racion del realista estuvo muy prodiga dona Paz, pues se le olvido
ponerle carne, en lo cual aquel grande hombre, que solo vivia de
espiritu, no hizo alto. La otra vieja hizo cuanto en ser humano cabe
para dar a entender que no tenia apetito; pero de todos los medios que
se conocen para probar tal cosa, dejo de emplear el mejor, que es no
comer. A tanto no llegaron sus esfuerzos. Paz dio algunos suspiros entre
bocado y bocado. El unico suceso importante que turbo la calma de
aquella comida melancolica y callada, fue una ligera disputa suscitada
entre las dos arpias, porque Salome decia que el estofado se quemo por
culpa de Paz, y esta aseguraba lo contrario. Al concluir, Elias dio
tregua a sus meditaciones para preguntar:
--Pero ?no esta mejor dona Paulita? iBah! supongo que no sera nada.
Salome se apresuro a llevar a la boca una uva, que tenia entre sus
delicados dedos, para poder decir:
--?Que no sera nada? Crea usted que esta bastante grave.
Al decir esto, los movimientos de la delgada piel y los huesos angulosos
de su gaznate indicaron que la uva habia pasado.
--?Pero es cosa de gravedad?--dijo Elias.
--?Que, tanto le interesa a usted?--pregunto con mucha hinchazon Mar
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