en la casa el domingo por
la tarde, y estuvo aqui como una hora. Averigueenlo ustedes y veran como
es cierto.
--Si parece increible--dijo Paz, sentandose otra vez. Esta casa, esta
honrada casa ... ?Y como existe esa puerta? ?Como es posible...?
--Existe de muy antiguo, solo que estaba condenada. Si ustedes quieren
verla pueden subir a la buhardilla, y examinando bien, la encontraran.
--Pero el, ese monstruo, ?por donde pudo llegar?
--La tal puerta--continuo dona Rosalia--da al cuarto de unas costureras
amigas mias. Las pobrecillas no cosen mas que a sacristanes y curas de
aldeai y cosen mal. Ellas quieren darse tono, y dicen que cosen a la
catedral de Segovia; pero es mentira. No las crean ustedes.
--Y el, ?entro por ese cuarto?
--Si: es un militar, alto, buen mozo.
--iJesus, que horror! Yo no puedo oir esto--exclamo Salome,
estirandose, con muestras de un segundo ataque. Les dio dinero a esas
mujeres--continuo dona Rosalia--porque ellas estan muy pobres: no ganan
nada. Como lo hacen tan mal ... No cosen mas que al teniente cura de
San Martin.
--Es preciso tomar una determinacion, Paz; una determinacion
pronta--dijo Salome volviendo en si.--Porque si no, la honra de la casa
esta comprometida.--Senora--anadio, volviendose a dona Rosalia--no
extrane usted esta congoja; no estamos acostumbradas a golpes de esta
clase. Nosotras, por nuestro nacimiento, nuestra educacion y nuestra
religiosidad, hemos estado siempre por encima de todas esas miserias.
iAy! nosotras hemos tenido la culpa por nuestra excesiva caridad.
Figurese usted que acogimos sin recelo a una vibora en nuestra casa,
aunque teniamos malos informes de su conducta; la acogimos creyendo que
se enmendaria. iPero ya ve usted que almas tan perversas! iQue sociedad!
iQue siglo! Bien me lo figuraba yo, a pesar de lo que decia mi sobrina,
que es una santa, y se empenaba, guiada por su buen corazon, en que esa
muchacha se iba a corregir. ?Como puede corregirse un monstruo
semejante? iQue deshonra, que vilipendio! iAy! yo no sirvo para estos
casos; me confundo, me descompongo y no puedo tomar ninguna
determinacion.
--Si, hay que tomar una determinacion--afirmo con mucho encono Maria de
la Paz.--Si no, ?que va a ser de la honra de nuestra casa? Hay que poner
inmediatamente a la puerta de la calle a esa mozuela, sin consultar a
don Elias. El ha de aprobarlo; y sobre todo, aunque no lo apruebe. ?Pues
no se ha atrevido a decirnos esta manana que su sobri
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