bien se lo dije yo:--"iMira que esa es
_callealtera_ y no puede ser buena!"
--Los de la calle Alta tienen la cara muy limpia y se la pueden ensenar
a todo el mundo ... algo mejor que los de aca abajo...; iflojones, mas
que flojones!, que se han dejao ganar tres regatas de seguido por los
callealteros.... Esa es la rescoldera que a uste le pica; pero por mas
pedriques que echen en Miranda y mas velas que pongan a los _Martiles_,
San Pedruco el nuestro los ha de echar a pique.
--San Pedro no puede amparar nunca a gente tan desalmada como tu, y si
se perdieron las regatas, Dios sabe por que fue.
--Por falta de punos, pa que uste lo sepa.
--Grita, grita mas alto; que te lo oiga el tu marido que por alla abajo
asoma, y mira despues onde te metes.
--Yo digo la verda aunque sea delante del mi marido--replica la de la
buhardilla, mirando de reojo a una esquina de la calle y bajando la voz
asi que ve al Tuerto.
La vieja del segundo clava la ultima raba, y sin mirar hacia su nuera,
vase retirando del balcon, dejando fuera estas palabras:
--Anda, anda a prepararle la comida, iborrachona!
La aludida en ellas desaparece tambien, metiendose furibunda por lo mas
espeso de la columna de humo que sigue saliendo de la cocina despues de
haber despedido a su suegra con estos piropos:
--iBruja, brujona!...; vaya a discurrir los cuentos que le ha de decir
al mi marido...; ichismosa, infamadora!
Antes de pasar mas adelante, debe saber el lector que desde tiempo
inmemorial, existe entre los mareantes de la calle Alta y los de la del
Mar, barrios diametralmente opuestos de Santander, una antipatia
inextinguible.
Cada barrio forma cabildo aparte, y no han querido para los dos un mismo
patrono. San Pedro lo es de la calle Alta, o _Cabildo de Arriba_, y la
calle del Mar, o _Cabildo de Abajo_, esta encomendado al amparo de los
santos martires Emeterio y Celedonio, a cuyas gloriosas cabezas, de las
que se cuenta que llegaron milagrosamente a este puerto en un barco de
piedra ha dedicado, construyendola a sus expensas, una bonita capilla en
el barrio de Miranda, dominando una gran extension de mar.
Con estos datos no se extranara ya que mis dos vecinas, despues de
apostrofarse reciprocamente, como lo hacen en la primera parte del
dialogo transcrito, puedan hallar ofensivo a su dignidad el ser
callealteras o el dejar de serlo.
Y prosigamos.
Llega a su casa el Tuerto. (Y adviertase que el humo se va disipando, y
no impid
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