a punta para el, encendia la promesa de una
voluptuosidad integra, a la que no habia robado ni el mas
pequeno diamante.
A la noche siguiente, al llegar a lo de Arrizabalaga, Nebel hallo el
zaguan oscuro. Despues de largo rato, la sirvienta entreabrio
la vidriera:
--No estan las senoras.
--?Han salido?--pregunto extranado.
--No, se van a Montevideo... Han ido al Salto a dormir abordo.
--iAh!--murmuro Nebel aterrado. Tenia una esperanza aun.
--?El doctor? ?Puedo hablar con el?
--No esta, se ha ido al club despues de comer...
Una vez solo en la calle oscura, Nebel levanto y dejo caer los brazos
con mortal desaliento: iSe acabo todo! Su felicidad, su dicha
reconquistada un dia antes, perdida de nuevo y para siempre! Presentia
que esta vez no habia redencion posible. Los nervios de la madre
habian saltado a la loca, como teclas, y el no podia hacer ya
nada mas.
Comenzaba a lloviznar. Camino hasta la esquina, y desde alli, inmovil
bajo el farol, contemplo con estupida fijeza la casa rosada. Dio una
vuelta a la manzana, y torno a detenerse bajo el farol. iNunca, nunca!
Hasta las once y media hizo lo mismo. Al fin se fue a su casa y cargo el
revolver. Pero un recuerdo lo detuvo: meses atras habia prometido a un
dibujante aleman que antes de suicidarse--Nebel era adolescente--iria a
verlo. Unialo con el viejo militar de Guillermo una viva amistad,
cimentada sobre largas charlas filosoficas.
A la manana siguiente, muy temprano, Nebel llamaba al pobre cuarto de
aquel. La expresion de su rostro era sobrado explicita.
--?Es ahora?--le pregunto el paternal amigo, estrechandole con fuerza
la mano.
--iPst! iDe todos modos!...--repuso el muchacho, mirando a otro lado.
El dibujante, con gran calma, le conto entonces su propio drama de
amor.
--Vaya a su casa--concluyo--y si a las once no ha cambiado de idea,
vuelva a almorzar conmigo, si es que tenemos que. Despues hara lo que
quiera. ?Me lo jura?
--Se lo juro--contesto Nebel, devolviendole su estrecho apreton con
grandes ganas de llorar.
En su casa lo esperaba una tarjeta de Lidia:
"Idolatrado Octavio: Mi desesperacion no puede ser mas
grande, pero mama ha visto que si me casaba con usted
me estaban reservados grandes dolores, he comprendido
como ella que lo mejor era separarnos y le jura no
olvidarlo nunca
tu Lidia."
--iAh, tenia que ser asi!--clamo el muchacho, viendo al mismo tiempo
con espanto su rostr
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