lo bueno unicamente, por suerte.--Y segundo,
porque usted, mi joven amigo, es perfectamente incapaz de pretenderla,
despues de lo que va a oir. Oigame:
La conoci hace diez anos, y durante los seis meses que fui su novio,
hice cuanto me fue posible para que fuera mia. La queria mucho, y
ella, inmensamente a mi. Por esto cedio un dia, y desde ese instante,
privado de tension, mi amor se enfrio.
Nuestro ambiente social era distinto, y mientras ella se embriagaba
con la dicha de mi nombre--se me consideraba buen mozo entonces--yo
vivia en una esfera de mundo donde me era inevitable flirtear con
muchachas de apellido, fortuna, y a veces muy lindas.
Una de ellas llevo conmigo el flirteo bajo parasoles de garden party a
un extremo tal, que me exaspere y la pretendi seriamente. Pero si mi
persona era interesante para esos juegos, mi fortuna no alcanzaba a
prometerle el tren necesario, y me lo dio a entender claramente.
Tenia razon, perfecta razon. En consecuencia flirtee con una amiga
suya, mucho mas fea, pero infinitamente menos habil para estas
torturas del tete-a-tete a diez centimetros, cuya gracia exclusiva
consiste en enloquecer a su flirt, manteniendose uno dueno de si. Y
esta vez no fui yo quien se exaspero.
Seguro, pues, del triunfo, pense entonces en el modo de romper con
Ines. Continuaba viendola, y aunque no podia ella enganarse sobre el
amortiguamiento de mi pasion, su amor era demasiado grande para no
iluminarle los ojos de dicha cada vez que me veia entrar.
La madre nos dejaba solos; y aunque hubiera sabido lo que pasaba,
habria cerrado los ojos para no perder la mas vaga posibilidad de
subir con su hija a una esfera mucho mas alta.
Una noche fui alla dispuesto a romper, con visible malhumor, por lo
mismo. Ines corrio a abrazarme, pero se detuvo, bruscamente palida.
--Que tienes--me dijo.
--Nada--le respondi con sonrisa forzada, acariciandole la frente. Dejo
hacer, sin prestar atencion a mi mano y mirandome insistemente. Al fin
aparto los ojos contraidos y entramos.
La madre vino, pero sintiendo cielo de tormenta, estuvo solo un
momento y desaparecio.
Romper, es palabra corta y facil; pero comenzarlo...
Nos habiamos sentado y no hablabamos. Ines se inclino, me aparto la
mano de la cara y me clavo los ojos, dolorosos de angustioso examen.
--iEs evidente!...--murmuro.
--Que--le pregunte friamente.
La tranquilidad de mi mirada le hizo mas dano que mi voz, y su rostro
se demudo:
|