constantemente
para que no pudiera procurarme el veneno, llegaria forzosamente a
descocainizarme.
?Sabe usted lo que paso? Que yo, conjuntamente con el heroismo para
entregarme a la tortura, llevaba bien escondido en el bolsillo un
frasquito con cocaina... Ahora calcule usted lo que es pasion.
Durante un ano entero, despues de ese fracaso, prosegui inyectandome.
Un largo viaje emprendido diome no se que misteriosas fuerzas de
reaccion, y me enamore entonces.
La voz callo. El sepulturero, que escuchaba con la babeante sonrisa
fija siempre en su cara, acerco su ojo y creyo notar un velo
ligeramente opaco y vidrioso en los de su interlocutor. El cutis, a su
vez, se resquebrajaba visiblemente.
--Si,--prosiguio la voz,--es el principio... Concluire de una vez. A
usted, un colega, le debo toda esta historia.
Los padres hicieron cuanto es posible para resistir: iun morfinomano,
o cosa asi! Para la fatalidad mia, de ella, de todos, habia puesto en
mi camino a una supernerviosa. iOh, admirablemente bella! No tenia
sino diez y ocho anos. El lujo era para ella lo que el cristal tallado
para una esencia: su envase natural.
La primera vez que, habiendome yo olvidado de darme una nueva
inyeccion antes de entrar, me vio decaer bruscamente en su presencia,
idiotizarme, arrugarme, fijo en mi sus ojos inmensamente grandes,
bellos y espantados. iCuriosamente espantados! Me vio, palida y sin
moverse, darme la inyeccion. No ceso un instante en el resto de la
noche de mirarme. Y tras aquellos ojos dilatados que me habian visto
asi, yo veia a mi vez la tara neurotica, al tio internado, y a su
hermano menor epileptico...
Al dia siguiente la halle respirando Jicky, su perfume favorito; habia
leido en veinticuatro horas cuanto es posible sobre hipnoticos.
Ahora bien: basta que dos personas sorban los deleites de la vida de
un modo anormal, para que se comprendan tanto mas intimamente, cuanto
mas extrana es la obtencion del goce. Se uniran en seguida, excluyendo
toda otra pasion, para aislarse en la dicha alucinada de un paraiso
artificial.
En veinte dias, aquel encanto de cuerpo, belleza, juventud y
elegancia, quedo suspenso del aliento embriagador de los perfumes.
Comenzo a vivir, como yo con la cocaina, en el cielo delirante de
su Jicky.
Al fin nos parecio peligroso el mutuo sonambulismo en su casa, por
fugaz que fuera, y decidimos crear nuestro paraiso. Ninguno mejor que
mi propia casa, de la que nada habia tocado, y
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