olentamente recogida para pinchar el muslo.
Subitamente los ojos se encendieron, y una plenitud de vida cubrio
como una mascara aquella cara agonica.
--Ahora estoy bien... ique dicha! Me siento bien.
--Deberia dejar eso--dijo rudamente Nebel, mirandola de costado.--Al
llegar, estara peor.
--iOh, no! Antes morir aqui mismo.
Nebel paso todo el dia disgustado, y decidido a vivir cuanto le fuera
posible sin ver en Lidia y su madre mas que dos pobres enfermas. Pero
al caer la tarde, y como las fieras que empiezan a esa hora a afilar
las unas, el celo de varon comenzo a relajarle la cintura en lasos
escalofrios.
Comieron temprano, pues la madre, quebrantada, deseaba acostarse de
una vez. No hubo tampoco medio de que tomara exclusivamente leche.
--iHuy! ique repugnancia! No la puedo pasar. ?Y quiere que sacrifique
los ultimos anos de mi vida, ahora que podria morir contenta?
Lidia no pestaneo. Habia hablado con Nebel pocas palabras, y solo al
fin del cafe la mirada de este se clavo en la de ella; pero Lidia bajo
la suya en seguida.
Cuatro horas despues Nebel abria sin ruido la puerta del cuarto de
Lidia.
--iQuien es!--sono de pronto la voz azorada.
--Soy yo--murmuro Nebel en voz apenas sensible.
Un movimiento de ropas, como el de una persona que se sienta
bruscamente en la cama, siguio a sus palabras, y el silencio reino de
nuevo. Pero cuando la mano de Nebel toco en la oscuridad un brazo
tibio, el cuerpo temblo entonces en una honda sacudida.
* * * * *
Luego, inerte al lado de aquella mujer que ya habia conocido el amor
antes que el llegara, subio de lo mas recondito del alma de Nebel, el
santo orgullo de su adolescencia de no haber tocado jamas, de no haber
robado ni un beso siquiera, a la criatura que lo miraba con radiante
candor. Penso en las palabras de Dostojewsky, que hasta ese momento no
habia comprendido: "Nada hay mas bello y que fortalezca mas en la
vida, que un puro recuerdo". Nebel lo habia guardado, ese recuerdo sin
mancha, pureza inmaculada de sus dieciocho anos, y que ahora estaba
alli, enfangado hasta el caliz sobre una cama de sirvienta...
Sintio entonces sobre su cuello dos lagrimas pesadas, silenciosas.
Ella a su vez recordaria... Y las lagrimas de Lidia continuaban una
tras otra, regando como una tumba el abominable fin de su unico sueno
de felicidad.
II
Durante diez dias la vida prosiguio en comun, aunque Nebel estaba casi
todo el d
|