reja, y que no vea la cara de Dios
si te engano; la pareja vale treinta doblones[3] como dos cuartos.
--Tu no quieres vender, Anton--contesta con cierto desden el atildado
Ogenio.
--Ogenio--replica Anton,--tu me ofendes.
--Que te digo que no quieres vender.
--iQue mal rayo me parta si he venio a otra cosa a la feria! Y sabete
que por ese dinero ya no tendria en casa los novillos hace una semana,
si los hubiera querido vender...; pero hoy por ser pa ti....
--Pos yo no doy por ellos mas que veinticinco doblones.
--Tu no quieres comprar, Ogenio.
--A eso vine a la feria, Anton...; y si no, que diga tio Juan si me
pongo en lo justo.
--Lo que toca a mi--dice el aludido, que durante la escena referida se
ocupaba en hacer rayitas en el polvo con el palo,--lo que toca a mi, no
me gusta meterme en la hacienda del vecino, que cada uno puede estimarla
en aquello que, pongo por caso, le acomoda.
--De manera es--replica el comprador,--que aunque uste diga uno, o dos,
o medio; o que la pareja vale tanto o cuanto, o que por aqui o que por
alla, no ha de ser medida la palabra de uste.
--Eso es--anade Anton;-que como dijo el otro, na se pierde con oir a
este y al de mas alla.
--Andando--grune su mujer, clavando los dientes en la quinta
manzana,--que todos somos hijos de Dios, y mas ven cuatro ojos que dos.
--Es de razon--exclaman a coro los demas circunstantes.
--Pues, caballeros--concluye el perito con cierto tonillo de
autoridad;--creo que se pueden dar veintisiete doblones por la pareja.
--Ya lo oyes, Anton...; y yo no dejo mal a ningun amigo.
--Por dicho de eso, yo tampoco, Ogenio; y si das los veintiocho, tuya es
la pareja.
Grandes murmullos en el grupo; animase el tio Juan, y exclama,
imponiendo silencio a los circunstantes:
--Ni los veintisiete ni los veintiocho, que han de ser los veintisiete y
medio, y se pagara la robla ademas.
--Corriente--dice Ogenio.
--Pues buen provecho te hagan--anade Anton, entregando la ahijada al
primero, como simbolo del dominio que le transmite....
El pequeno circulo se agita con gran ruido; todos se felicitan
reciprocamente, todos hablan a la vez, y entre todas las voces se
destaca la de la exduena de los novillos que charla mas que nadie y
desbarra como nunca.
Autorizado competente uno de los testigos del ajuste, marcha a buscar al
punto mas inmediato dos azumbres de vino tinto para _mojar el trato_, es
decir, para _hechar la robla_; y mientras vuelve,
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