es mejor.
--Pues en mi casa hay guisao de carne y pan de trigo pa con ello....
--Y mi padre trijo ayer dos _basallones_ ... imas grandes!...
--Mi madre esta en la villa ascar manteca, pan de alaga y azucara..., y
mi padre trijo esta meodia dos jarraos de vino blanco, imas gueeno! Y
toos los gueevos de la semana estan guardaos pa hoy..., ma e quince, asi
de gordos.... Ello, vamos a gastar en esta noche-gueena veintisiete
rialis que estan agorraos.
--iMia que cencia! Mi padre trijo de porte cuatro duros y dimpues dos
pesetas, y too lo vamos a escachizar esta noche.... ?Me guardas una teja
de guisao y te doy un piazo de basallon?
--iNo te untes!... Y tu no tienes un hermano estudiante que venga esta
tarde de vacantes, y yo si.
--Pero tengo un novillo muy majo y una vaca jeda que da seis cuartillos
de leche.... iTenemos pa esta noche mas de ello!...
--iAy Dios! ?Quies ver ahora mesmo dos pucheraos de leche? Veras,
veras....
Y salta el rapazuelo, y en pos de el el otro, desde la pila al portal, y
llegan a la cocina mirando con cautela en derredor, por si el tio
Jeromo, padre del primero, anda por las inmediaciones.
Como ya va anocheciendo, el chico de la casa toma un tizon del hogar,
sopla en el varias veces, y al resplandor de la vacilante llama que
produce, se acercan a un arcon ahumado que esta bajo el mas ahumado
vasar; alzan la tapadera, y aparecen en el fondo, entre montones de
harina, salvado y medio pernil de tocino, dos pucheros grandes llenos de
leche.
El de la casa mira a su amigo con cierto aire de triunfo, y entrambos
clavan los avidos ojos en los pucheros, y entrambos alargan la diestra
hacia ellos, y entrambos remojan el indice en la leche, aunque en
distinto cacharro.
Con igual uniformidad de movimientos retiran los brazos del arcon,
miranse cara a cara y se chupan los respectivos dedos.
--iGueena esta la leche!--dice el de casa.
--iMejor esta la nata!--repone su camarada.
--?Te la comiste?
--iCorcia!...; itoa la apande con el deo!
En aquel instante recuerda con susto el primero que su padre arma el
gran escandalo cada vez que falta la nata a su racion diaria de leche, y
que sus costillas conservan mas de un testimonio de tan borrascosos
sucesos, impresos por los dedos paternales. Por eso, temiendo una nueva
felpa, y para manifestar su inocencia, echa el tizon al fuego y las dos
manos a la calzonada de su amigo, y comienza a gritar con el mayor
desconsuelo:
--iPadre!,
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