a la vez? Es el sello de nuestras ferias y
romerias: el sonido de las _tarranuelas_ de cien y cien bailadores _a lo
alto_, al compas de las panderetas que tanen las mejores mozas del
lugar.
Sigamos.--Sin reparar en el corro de bolos en que acababan de gritar
cincuenta bocas a la vez _ieseee!_ al hacer un _emboque_ uno de los
jugadores; abriendonos paso a traves de la bateria formada por los
pellejos de vino, barriles y cacharros que sobre un carro, debajo y a
los lados de el, a la sombra de un castano, son la delicia de los
bebedores; echandonos por la derecha para no turbar el sueno pacifico de
los jamelgos de un cura y un senor de aldea, que estan amarrados al
_cabezon_ del mismo carro, quiza por casualidad, quiza porque los
jinetes tomaron este norte como de mejor atractivo para cuando vaya
anocheciendo; guardando el cuerpo del fogoso troton de ese jandalo, que
atraviesa la feria llevando a las ancas la parienta mas joven e
inmediata que encontro en su pueblo cuando volvio de Andalucia, y cuyo
chal de amarillo crespon, no menos que su vestido blanco de empinados
volantes, forman extrano contraste con su reluciente y pasmada
fisonomia; sin responder a las voces de las importunas fruteras, de los
_agualojeros_, rosquilleros y otros analogos industriales que nos
asedian al paso; sin fijarnos, en fin, en ese maremagnum alegre y
estimulante que el cuadro presenta a primera vista, salgamos a aquella
brana donde hay un grupo de ocho personas y una pareja de novillos
uncidos. Alli va a haber robla.
El que esta apoyado sobre sus engalanadas cabezas, hombre que tiene la
suya algo mas sucia, calzones de _manga corta_, con un tirante solo,
chaqueta al hombro y sombrero de copa alta, mas que medianamente
apabullado, es el dueno de la pareja, y conocido y honrado en su pueblo
por el nombre de Anton Perales.
El otro, mas joven y de mejor traza que este, que pasea alrededor de los
novillos examinandolos con gran atencion, es el comprador: llamanle
Ogenio Berezo, y es de las inmediaciones. De los que forman el circulo,
los cuatro son meros curiosos que, a titulo de conocidos de los
primeros, se han aproximado al olor de la robla. La mujer, que come una
manzana y tras de cada bocado que le tira se rasca la cabeza por debajo
de la _muselina_, es la costilla de Anton Perales. El otro personaje,
mas viejo que todos los demas, y que observa el cuadro, taciturno y
reflexivo, es convecino del comprador: llamase tio Juan de la Llosa,
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