mponer estrovos; buscar fletes
y cuidar de la embarcacion cuando el botero no estaba presente; todo lo
cual le producia un ochavo de cafe para el desayuno, una propina de
cuatro o seis cuartos por cada flete si este valia la pena, lecho sobre
el panel y una copa de cana de vez en cuando, amen, de algun chicotazo
que el patron le sacudia siempre que lo juzgaba oportuno.
Fuera del tiempo que esto le llevaba, consagraba el dia al ejercicio de
su industria.
Esta, en toda su esfera legal, le hacia legitimo dueno de cuanto cobre,
estopa, hierro y madera de desperdicio hallara a sus alcances, ya sobre
la superficie del Muelle, o revuelto entre el fango de la Darsena. Pero
como el Muelle y la Darsena no tienen un limite determinado para la
industria raqueril, solia tomar como prolongacion del primero la
cubierta de algun buque atracado, llevandose a buena cuenta, si el
vigilante se descuidaba, tal cual _menudencia_, como escotas, poleas,
etcetera, etc.
Con la propia sencilla buena fe, desde el centro de la Darsena se
extendia hasta los contornos; y si se forraba algun casco, nunca le
faltaba una chapita o clavo de cobre que ocultar en su remendada
espuerta.
Tal era la parte menos legal de su industria, que, en el poco tiempo que
la ejercio, expuso su individual independencia a mil y un riesgos
apuradillos.
Por lo demas, lo pasaba en grande.
No se pegaba de trompadas con los suyos mas de tres veces al dia; su
madre no lograba echarle la vista encima arriba de una por semana, y
para eso habia de cogerle durmiendo; de modo que sus siniestros de
muelas, orejas y cabellos, por temporal materno, aunque pocos y buenos,
aun le prometian pellejo sano para muchos anos.
Alguna vez, entre otras, hacia sus correrias hasta el interior del
pueblo, porque al raquero tambien le gusta el contacto de la
civilizacion, por si algo se le pega; pero como esta suele andar muy
precavida, y, por otra parte, sus raqueables materias no son del mayor
aprecio en la oficina del comprador de hierro viejo, Cafetera
frecuentaba poco este trato, y casi siempre tenia que huir de el a una
de ... raquero, acosado por las estantiguas del municipio.
Tambien se le ocurrio, como hijo que era de matriculado y marisco por
los cuatro vientos, solicitar, a ejemplo de muchos de sus companeros, un
puesto y quinon correspondiente en una lancha pescadora; pero esto le
ocuparia demasiado. Tendria que esperarla todas las noches, limpiarla y
vigilarla todo el a
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