ndida entre los hombros, los ojos pequenos y
azules, la mirada incierta y torpe como la de los albinos, la nariz
roma, los labios gruesos y entreabiertos, la frente calzada, la tez
blanca pero ennegrecida por el sol, y el cabello que le caia en parte
sobre los ojos y parte alrededor de la cara, en guedejas asperas y
rojas semejantes a las crines de un rocin colorado.
Esto, sobre poco mas o menos, era Esteban en cuanto al fisico;
respecto a su moral, podia asegurarse sin temor de ser desmentido ni
por el ni por ninguna de las personas que le conocian, que era
perfectamente simple, aunque un tanto suspicaz y malicioso como buen
rustico.
Una vez el zagal repuesto de su turbacion, le dirigio de nuevo la
palabra don Dionis, y con el tono mas serio del mundo, y fingiendo un
extraordinario interes por conocer los detalles del suceso a que su
montero se habia referido, le hizo una multitud de preguntas, a las
que Esteban comenzo a contestar de una manera evasiva, como deseando
evitar explicaciones sobre el asunto.
Estrechado, sin embargo, por las interrogaciones de su senor y por los
ruegos de Constanza, que parecia la mas curiosa e interesada en que el
pastor refiriese sus estupendas aventuras, decidiose este a hablar,
mas no sin que antes dirigiese a su alrededor una mirada de
desconfianza, como temiendo ser oido por otras personas que las que
alli estaban presentes, y de rascarse tres o cuatro veces la cabeza
tratando de reunir sus recuerdos o hilvanar su discurso, que al fin
comenzo do esta manera:
--Es el caso, senor, que segun me dijo un preste de Tarazona,[1] al
que acudi no ha mucho, para consultar mis dudas, con el diablo no
sirven juegos, sino punto en boca, buenas y muchas oraciones a San
Bartolome,[2] que es quien le conoce las cosquillas, y dejarle andar;
que Dios, que es justo y esta alla arriba, proveera a todo. Firme en
esta idea, habia decidido no volver a decir palabra sobre el asunto a
nadie, ni por nada; pero lo hare hoy por satisfacer vuestra
curiosidad, y a fe a fe que despues de todo, si el diablo me lo toma
en cuenta, y torna a molestarme en castigo de mi indiscrecion, buenos
Evangelios llevo cosidos a la pellica, y con su ayuda creo que, como
otras veces no me sera inutil el garrote.
[Footnote 1: Tarazona. A venerable town of some 8800 inhabitants
situated on the river Queiles, northeast of the Moncayo (see p. 8,
note 1) and northwest of the town of Borja.]
[Footnote 2: San Bartolo
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