comenzo a dispersarse en todas direcciones, perdiendose entre
las sombras del enmaranado laberinto de calles obscuras, estrechas y
torcidas,[1] y ya no turbaba el profundo silencio de la noche mas que
el grito lejano de vela de algun guerrero, el rumor de los pasos de
algun curioso que se retiraba el ultimo, o el ruido que producian las
aldabas de algunas puertas al cerrarse, cuando en lo alto de la
escalinata que conducia a la plataforma del palacio aparecio un
caballero, el cual, despues de tender la vista por todos lados como
buscando a alguien que debia esperarle, descendio lentamente hasta la
cuesta del alcazar, por la que se dirigie hacia el Zocodover.
[Footnote 1: torcidas. See p. 50, note 2.]
Al llegar a la plaza de este nombre se detuvo un momento, y volvio a
pasear la mirada a su alrededor. La noche estaba obscura; no brillaba
una sola estrella en el cielo, ni en toda la plaza se veia una sola
luz; no obstante, alla a lo lejos, y en la misma direccion en que
comenzo a percibirse un ligero ruido como de pasos que iban
aproximandose, creyo distinguir el bulto de un hombre: era sin duda el
mismo a quien parecia[1] aguardaba con tanta impaciencia.
[Footnote 1: parecia is parenthetic in sense as used here.]
El caballero que acababa de abandonar el alcazar para dirigirse al
Zocodover era Alonso Carrillo, que en razon al puesto de honor que
desempenaba cerca de la persona del rey, habia tenido que acompanarle
en su camara hasta aquellas horas. El que saliendo de entre las
sombras de los arcos[1] que rodean la plaza vino a reunirsele, Lope de
Sandoval. Cuando los dos caballeros se hubieron reunido, cambiaron
algunas frases en voz baja.
[Footnote 1: arcos. See p. 64, note 1.]
--Presumi que me aguardabas, dijo el uno.
--Esperaba que lo presumirias, contesto el otro.
--Y ?a donde iremos?
--A cualquiera parte en que se puedan hallar cuatro palmos de terreno
donde revolverse, y un rayo de claridad que nos alumbre.
Terminado este brevisimo dialogo, los dos jovenes se internaron por
una de las estrechas calles que desembocan en el Zocodover,
desapareciendo en la obscuridad como esos fantasmas de la noche, que
despues de aterrar un instante al que los ve, se deshacen en atomos de
niebla y se confunden en el seno de las sombras.
Largo rato anduvieron dando vueltas a traves de las calles de Toledo,
buscando un lugar a proposito para terminar sus diferencias; pero la
obscuridad de la noche era tan p
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