woman who occupies a
position midway between that of governess and companion to young
Spanish women.]
--Tomad, senora, y cuidad de no dejarle[1] caer en otra ocasion, donde
al devolverosle,[2] os lo devuelvan manchado en sangre.
[Footnote 1: le. See p. 66, note 1.]
[Footnote 2: le. See p. 66, note 1.]
Cuando el rey termino de decir estas palabras, dona Ines, no
acertaremos a decir si a impulsos de la emocion, o por salir mas
airosa del paso, se habia desvanecido en brazos de los que la
rodeaban.
Alonso y Lope, el uno estrujando en silencio entre sus manos el
birrete de terciopelo, cuya pluma arrastraba por la alfombra, y el
otro mordiendose los labios hasta hacerse brotar la sangre, se
clavaron una mirada tenaz e intensa.
Una mirada en aquel lance equivalia a un bofeton, a un guante arrojado
al rostro, a un desafio a muerte.
II
Al llegar la media noche, los reyes se retiraron a su camara. Termino
el sarao y los curiosos de la plebe que aguardaban con impaciencia
este momento, formando grupos y corrillos en las avenidas del palacio,
corrieron a estacionarse en la cuesta del alcazar,[1] los miradores[2]
y el Zocodover.
[Footnote 1: la cuesta del alcazar. This is the name of the street
that leads from the Zocodover up to the height on which is situated
the Alcazar (see p. 61, note 3).]
[Footnote 2: miradores. See p. 51 note 2.]
Durante una o dos horas, en las calles inmediatas a estos puntos reino
un bullicio, una animacion y un movimiento indescriptibles. Por todas
partes se veian cruzar escuderos caracoleando en sus corceles
ricamente enjaezados; reyes de armas con lujosas casullas llenas de
escudos y blasones: timbaleros vestidos de colores vistosos, soldados
cubiertos de armaduras resplandecientes, pajes con capotillos de
terciopelo y birretes coronados de plumas, y servidores de a pie que
precedian las lujosas literas y las andas cubiertas de ricos panos,
llevando en sus manos grandes hachas encendidas, a cuyo rojizo
resplandor podia verse a la multitud, que con cara atonita, labios
entreabiertos y ojos espantados, miraba desfilar con asombro a todo lo
mejor de la nobleza castellana, rodeada en aquella ocasion de un
fausto y un esplendor fabulosos.
Luego, poco a poco fue cesando el ruido y la animacion; los vidrios de
colores de las altas ojivas del palacio dejaron de brillar; atraveso
por entre los apinados grupos la ultima cabalgata; la gente del pueblo
a su vez
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