e la nauseosa saliva.
--?Rico?--me pregunto Maria ansiosa, tendiendo la mano.
--Rico--le conteste pasandole la horrible maquina.
Maria chupo, y con mas fuerza aun. Yo, que la observaba atentamente,
note a mi vez sus lagrimas y el movimiento simultaneo de labios,
lengua y garganta, rechazando aquello. Su valor fue mayor que el mio.
--Es rico--dijo con los ojos llorosos y haciendo casi un puchero. Y se
llevo heroicamente otra vez a la boca la varilla de bronce.
Era inminente salvarla. El orgullo, solo el, la precipitaba de nuevo a
aquel infernal humo con gusto a sal de Chantaud, el mismo orgullo que
me habia hecho alabarle la nausebunda fogata.
--iPsht!--dije bruscamente, prestando oido;--me parece el gargantilla
del otro dia... debe de tener nido aqui...
Maria se incorporo, dejando la pipa de lado; y con el oido atento y
los ojos escrudinantes, nos alejamos de alli, ansiosos aparentemente
de ver al animalito, pero en verdad asidos como moribundos a aquel
honorable pretexto de mi invencion, para retirarnos prudentemente del
tabaco, sin que nuestro orgullo sufriera.
Un mes mas tarde volvi a la pipa de cana, pero entonces con muy
distinto resultado.
Por alguna que otra travesura nuestra, el padrastrillo habianos ya
levantado la voz mucho mas duramente de lo que podiamos permitirle mi
hermana y yo. Nos quejamos a mama.
--iBah!, no hagan caso--nos respondio, sin oirnos casi;--el es asi.
--iEs que nos va a pegar un dia!--gimoteo Maria.
--Si ustedes no le dan motivos, no. ?Que le han hecho?--anadio
dirigiendose a mi.
--Nada, mama... Pero yo no quiero que me toque!--objete a mi vez.
En este momento entro nuestro tio.
--iAh! aqui esta el buena pieza de tu Eduardo... iTe va a sacar canas
este hijo, ya veras!
--Se quejan de que quieres pegarles.
--?Yo?--exclamo el padrastrillo midiendome.--No lo he pensado aun.
Pero en cuanto me faltes al respeto...
--Y haras bien--asintio mama.
--iYo no quiero que me toque!--repeti enfurrunado y rojo.--iEl no es
papa!
--Pero a falta de tu pobre padre, es tu tio. iEn fin, dejenme
tranquila!--concluyo apartandonos.
Solos en el patio, Maria y yo nos miramos con altivo fuego en los
ojos.
--iNadie me va a pegar a mi!--asente.
--iNo... ni a mi tampoco!--apoyo ella, por la cuenta que le iba.
--iEs un zonzo!
Y la inspiracion vino bruscamente, y como siempre, a mi hermana, con
furibunda risa y marcha triunfal:
--iTio Alfonso... es un zonzo! iTio
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