bamos del brazo por un salon, ella toda de
blanco, y yo como un bulto negro a su lado. No habia mas que personas
de edad en el salon, y todas sentadas, mirandonos pasar. Era, sin
embargo, un salon de baile. Y decian de nosotros: _La meningitis y Su
Sombra_. Me desperte, y volvi a sonar: el tal salon de baile estaba
frecuentado por los muertos diarios de una epidemia. El traje blanco
de Maria Elvira era un sudario, y yo era la misma sombra de antes,
pero tenia ahora por cabeza un termometro. Eramos siempre _La
meningitis y Su Sombra_.
?Que puedo hacer con suenos de esta naturaleza? No puedo mas. Me voy a
Europa, a Norte America, a cualquier parte, donde pueda olvidarla.
?A que quedarme? ?A recomenzar la historia de siempre, quemandome
solo, como un payaso, o a desencontrarnos cada vez que nos sentimos
juntos? iAh, no! Concluyamos con esto. No se el bien que le podra
hacer a mis planos esta ausencia sentimental (iy si, sentimental!,
aunque no quiera); pero quedarme seria ridiculo, y estupido, y no hay
para que divertir mas a las Maria Elvira.
* * * * *
Podria escribir aqui cosas pasablemente distintas de las que acabo de
anotar, pero prefiero contar simplemente lo que paso el ultimo dia que
vi a Maria Elvira.
Por bravata, o desafio a mi mismo, o quien sabe por que mortuoria
esperanza de suicida, fui la tarde anterior de mi salida a despedirme
de los Funes. Ya hacia diez dias que tenia mis pasajes en el bolsillo,
por donde se vera cuanto desconfiaba de mi mismo.
Maria Elvira estaba indispuesta--asunto de garganta o jaqueca--pero
visible. Pase un momento a la antesala a saludarla. La halle hojeando
musicas, desganada. Al verme se sorprendio un poco, aunque tuvo tiempo
de echar una rapida ojeada al espejo. Tenia el rostro abatido, los
labios palidos, y los ojos oscuros de ojeras. Pero era ella siempre,
mas hermosa aun para mi, porque la perdia.
Le dije sencillamente que me iba, y que le deseaba mucha felicidad.
Al principio no me comprendio.
--?Se va? ?Y adonde?
--A Norte America... Acabo de decirselo.
--iAh!--murmuro, marcando bien claramente la contraccion de los
labios. Pero en seguida me miro, inquieta.
--?Esta enfermo?
--iPst!... no precisamente... No estoy bien.
--iAh!--murmuro de nuevo. Y miro hacia afuera a traves de los vidrios,
abriendo bien los ojos, como cuando uno pierde el pensamiento.
Por lo demas, llovia en la calle, y la antesala no estaba clar
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