montonamiento. Era
una suerte que sus companeros no hubiesen pensado en llevarse tantas
cosas preciosas.
Algunas horas despues, Edwin presintio la proximidad de la tierra. El
mar tranquilo, sin mas alteracion que algunas leves ondulaciones, mugia
sordamente en el horizonte, formando una linea de espumas. Debia ser una
barrera de obstaculos submarinos, en torno a los cuales se revolvian las
aguas, hirviendo en incesantes espumarajos.
El ingeniero remo directamente hacia estos escollos, adivinando que eran
las crestas de invisibles murallas formadas por el coral. Mas alla
existirian tal vez tierras firmes. Avanzo con precaucion a traves de las
aguas alborotadas, sufriendo violentas sacudidas sobre tres lineas de
olas, que casi le hicieron zozobrar. Pero una vez pasado tal obstaculo,
se vio en un inmenso y tranquilo circo de agua.
En todo lo que abarcaba su vista, el mar ofrecia la tersura de un lago,
teniendo por orla la linea de rompientes, y por el lado opuesto, una
sucesion de tierras bajas que debian ser islas.
Edwin siguio bogando. Varias veces hundio un remo verticalmente en el
agua con la esperanza de tocar fondo. No pudo conseguirlo; pero adivino
que su bote se deslizaba sobre una extension acuatica que solo tenia
algunos metros de profundidad.
Media hora despues, al volver a hundir el remo, creyo tocar una roca;
pero siguio avanzando mucho tiempo, sin que la quilla del bote rozase
ningun obstaculo. Empezaba a ocultarse el sol cuando llego cerca de
tierra, y fue siguiendo su contorno a unos cincuenta metros de
distancia. Iba en busca de una bahia pequena o de la desembocadura de un
riachuelo para poder desembarcar, conservando su bote.
Como empezaba a anochecer, acelero su exploracion antes de que se
extinguiese por completo la incierta luz del crepusculo. Vio que la
costa avanzaba formando un pequeno cabo y que, en torno de su punta, las
aguas se mantenian tranquilas, con una pesadez que denunciaba cierta
profundidad. Llego a tocar con la proa esta tierra, relativamente alta
entre las tierras inmediatas. Apoyando sus manos en el reborde de la
orilla, dio un salto y quedo de pie sobre el reducido promontorio.
Lo primero que penso fue buscar una piedra, un arbol, algo donde atar la
cuerda del bote, que sostenia con su diestra. Tuvo miedo de que durante
la noche la resaca se llevase mar adentro esta embarcacion, que
representaba su unica esperanza.
Buscando en la penumbra, dio con un grupo de arbust
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