invasores triunfantes.
Despues de toda guerra, el suelo abandonado parecia vengarse del olvido
y de la bestialidad de los hombres restringiendo su produccion. Las
grandes empresas militares iban seguidas por el hambre y las epidemias.
Los hombres se mostraban peores al volver a sus casas durante una paz
momentanea. Habian olvidado el valor de la vida humana. Renian con el
menor pretexto; se encolerizaban facilmente, matandose entre ellos;
pegaban a sus mujeres. Ademas, todos eran alcoholicos. Durante sus
campanas, los gobernantes les facilitaban en abundancia el vino y los
licores fuertes, sabiendo que un hombre en la inconsciencia de la
embriaguez teme menos a la muerte.
La riqueza publica ahorrada durante muchos anos se derrochaba en unos
meses, convirtiendose en humo de polvora, en acero hecho fragmentos, en
escombros de poblaciones y de fabricas.
Cuando, al fin, llegaba la paz, era para que empezase una nueva
miseria....
Los periodos tranquilos resultaban tan peligrosos como los tiempos de
guerra. Siempre han existido descontentos de la organizacion social;
siempre los que no tienen miraran con odio a los que poseen. Pero
despues de las guerras la falta de concordia social aun era mas
violenta. La envidia que siente el de abajo resultaba mas amarga. Como
los pobres habian sido soldados a la fuerza, se consideraban con nuevos
derechos a poseerlo todo. Cuando cesaban las guerras, los hombres se
resistian al trabajo y hablaban de un nuevo reparto de la riqueza....
Esta situacion absurda no podia durar.
Yo reconozco, como he dicho antes, que existen entre los hombres almas
generosas y superiores, aunque con menos abundancia que entre las
mujeres. Los crimenes originados por los hombres no podian menos de
conmover a algunas de estas almas masculinas, y un gobernante de aquella
epoca dio una especie de reglamento para la paz humana, dividido en
catorce articulos.
Pero entre los hombres las mejores ideas se transforman y se corrompen.
Hay en ellos un fondo de egoismo que desfigura toda idea generosa apenas
se encargan de implantarla.
No habia un pais que dejase de alabar la paz, pero esta paz debia
hacerse de acuerdo con sus gustos y ambiciones. Todos querian que las
cosas fuesen no como deben ser, sino con arreglo a sus conveniencias. Y
los catorce articulos o puntos se vieron retorcidos y desfigurados de
tal modo, que acabaron por convertirse practicamente en otras tantas
calamidades. Asi ocurre siempre
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