man; usted es simplemente horrible. Su piel,
vista por nuestros ojos, aparece llena de grietas, de hoyos y de
sinuosidades. Como usted no ha podido afeitarse en dos o tres dias, unas
canas negras, redondas y agujereadas empiezan a asomar por los poros de
su piel, creciendo con la misma rigidez que el hierro. Pero si le miran
a usted con una lente de disminucion, si le ven empequenecido hasta el
punto de que se borren tales detalles, reconozco que tiene usted un
aspecto simpatico y hasta se parece a algunas de las esposas de las
altas personalidades que nos gobiernan. Yo pienso llegar a la capital
mucho antes que usted, para rogar al Consejo Ejecutivo que le mire con
lentes de tal clase. Asi, su juicio sera verdaderamente justo....
"Y ahora, perdoneme lo que voy a anadir. Yo no figuro en el gobierno; no
soy mas que un modesto profesor de Universidad. Si de mi dependiese, le
llevaria hasta la capital sin precaucion alguna, como un amigo. Pero el
gobierno no le conoce a usted y guarda un mal recuerdo de la groseria de
los Hombres-Montanas que nos visitaron en otros tiempos. Teme que se le
ocurra durante el camino derribar alguna casa de un puntapie o aplastar
a las muchas personas que acudiran a verle. Puede usted perder la
paciencia; la curiosidad del publico es siempre molesta; hay hombres que
rien con la ligereza y la verbosidad propias de su sexo frivolo; hay
ninos que arrojan piedras, a pesar de la buena educacion que se les da
en las escuelas. El sexo masculino es asi. Por mas que se pretenda
afinarle, conserva siempre un fondo originario de groseria y de
inconsciencia. En fin, gentleman, tenemos orden de llevarle atado hasta
nuestra capital, pero marchando por sus propios pies.
"Nada de fabricar una enorme carreta y de amarrarle sobre ella, siendo
arrastrado por centenares de caballos. Esto resultaria interminable y
haria durar su viaje varios dias. Ademas, es indigno de nuestro
progreso, a pesar de que usted nos cree barbaros porque hemos querido
olvidar la existencia de la polvora. En tres horas llegaremos a la
capital. Usted podra marchar a grandes pasos, sin salirse del camino, y
le escoltaran a gran velocidad nuestras maquinas terrestres y voladoras.
Pero como nuestros gobernantes no le conocen y temen una humorada como
las de aquel Hombre-Montana que se enloquecia bebiendo un liquido
caustico, sera usted sometido a las siguientes precauciones:
"Una maquina voladora ira delante, despues de haber enroscado u
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