erencia
que existe entre la ostentacion lujosa y el buen gusto, y quede
maravillado.
Despues de recorrer la casa subimos la azotea y estuvimos contemplando
la bahia de Cadiz, inundada de sol, llena de fragatas, de bergantines y
de goletas.
Dolorcitas trajo un anteojo y miramos el Puerto de Santa Maria, Rota y
Puerto Real.
Yo conte lo mejor que pude mi viaje con don Ciriaco. Despues vinieron
unas cuantas amigas de Dolorcitas. Yo estuve hablando con dona
Hortensia, que se mostro muy amable conmigo.
A media tarde don Ciriaco me llamo.
--Vamos, Shanti--me dijo.
El ama de la casa me advirtio que todos los domingos y dias de fiesta
estaba invitado a comer alla. Si no iba, preguntarian por mi y me
llevarian a la fuerza.
Me despedi de todos, y sali con don Ciriaco, entusiasmado. El viejo
capitan me llevo a un colmado de la misma calle de la Aduana, llamo al
dueno, un montanes amigo suyo, y le recomendo una comida escogida, una
comida para gente que comprende lo trascendental de la mision de
engullir. El dueno del colmado y don Ciriaco discutieron detalladamente
los platos, las salsas y los vinos.
--Necesito una hora para preparar todo eso--dijo el montanes.
--Muy bien--contesto el capitan--. Le concedemos a usted la hora.
--Pueden ustedes dar una vuelta si quieren.
--No, no. ?Para que? Traigase usted una botella de manzanilla de
Sanlucar y unas aceitunas.
Bebimos los dos, y, de pronto, me dijo don Ciriaco:
--Mira, pilotin; te he presentado a Hortensia y a don Matias, porque te
pueden servir.
--iMuchas gracias!--repuse yo.
--Esperate. Aqui tienes que quedarte durante un ano; no conoces a nadie
y es conveniente que, en caso de necesidad, puedas dirigirte a alguien;
pero te voy a contar la historia de Hortensia para que sepas a que
atenerte.
--iDemonio! Tiene historia.
--Tu veras. Hortensia es vizcaina, de un pueblo proximo a Bilbao. Su
padre era un contramaestre a quien llamaban el Griego. Probablemente lo
seria; algun aventurero que llego al pueblo y se caso. La bella
Hortensia tenia pretensiones, era muy hermosa y no queria casarse con un
cualquiera. Despues de todo hacia bien. En esto, un amigo mio, Fermin
Menchaca, capitan de barco metido a comerciante en Cadiz, fue al pueblo,
donde acababa de morir su padre, que era patron de una lancha; vio a
Hortensia y se enamoro de ella. Menchaca no estaba dispuesto a casarse,
ni tampoco a dejar a Hortensia. La lleno de regalos y de joyas. Ella
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