s del techo. En este vestibulo, vigilando
las pesadas y la entrada y salida de los fardos, solia verse un senor
que no era mas que algo como un conserje o portero; pero que, por su
aspecto, parecia un personaje. En la casa, medio en serio, medio en
broma, le conocian por don Paco. Yo le llamaba el Almirante y tambien el
primer lord del Almirantazgo.
Este personaje decorativo gastaba patillas largas y blancas, abdomen
abultado, pantalon obscuro y una chaquetilla blanca, de dril. Hablaba de
manera doctoral. La geografia, la historia, el comercio, la navegacion,
todo lo dominaba este hombre extraordinario.
Don Paco me explico que don Matias y dona Hortensia buscaban para la
nina un novio de la aristocracia. Les faltaba el titulo para la
decoracion de la familia, y habian hablado con el viejo marques de
Vernay, y en principio la boda estaba concertada. El Almirante sabia que
la nina estaba por mi. Yo no sabia otro tanto.
Conclui mi curso en San Fernando y fui a vivir a Cadiz; tenia que
esperar a don Ciriaco para embarcarme.
Varias veces hable por la reja con Dolores. Yo le decia que no se
casara, que me esperara.
--Si, te esperare--contestaba ella friamente.
Supe que no era yo el unico que hablaba con Dolorcitas por la reja y que
un joven guardia marina iba muchas noches a charlar con ella.
Hice proyectos absurdos de provocarle, que, afortunadamente, no llegue a
realizar, y a mediados del mes de julio me quede sorprendido con la
entrada en la bahia de Cadiz de la _Bella Vizcaina._
Llegaba el momento fatal. Habia que embarcarse. Me despedi de mi novia,
que me hizo mil promesas de fidelidad y de escribirme, y me fui a la
fragata considerandome un hombre desgraciado. Don Ciriaco firmo el
conocimiento que se hacia por triplicado para responder de las
mercancias embarcadas, y levamos el ancla.
Para aliviar mi pena le conte a don Ciriaco mis amores. El viejo capitan
me escucho burlonamente.
--Cuando vuelvas, esa nina se habra casado ya--dijo tranquilamente, y,
anadio despues--: Mejor para ti.
Don Ciriaco era un hombre tremendo.
[Ilustracion]
VI
GRANDEZA Y MISERIA
Salimos de Cadiz y comenzamos el enorme viaje por el Atlantico hasta el
Cabo de Buena Esperanza, y despues por el Oceano Indico al Estrecho de
la Sonda y a Filipinas.
Por exigencias comerciales, en vez de volver a Europa directamente,
tuvimos que atravesar el Estrecho de San Bernardino y dirigirnos por el
Pacifico a buscar el
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