l muelle de las masas inciertas de bruma; me encanta oir el
cacareo de los gallos y el chirriar de las ruedas de las carretas en el
camino.
Cuando hace buen tiempo salgo por las mananas y recorro el pueblo.
Contemplo estas casas solariegas, grandes y negras, con su alero ancho y
artesonado; me meto por las callejuelas de pescadores, empinadas y
tortuosas. Algunas de estas calles tan pendientes tienen tres y cuatro
tandas de escaleras; otras estan cubiertas y son pasadizos en zig-zags.
Al amanecer, por las callejuelas estrechas, solo se ve alguna mujer,
corriendo de puerta en puerta, golpeandolas violentamente, para avisar a
los pescadores. Las golondrinas pasan rasando el suelo, persiguiendose y
chillando....
Los dias de lluvia Luzaro me gusta mas. Esa tristeza monotona del tiempo
gris no me molesta. Es para mi como un recuerdo amable de los dias
infantiles.
Acostumbrado al horizonte violento de los tropicos, a esos cielos
nublados y brillantes de las zonas en donde reinan los vientos alisios,
estas nubes grises y suaves me acarician. La lluvia me parece caer sobre
mi alma, como en una tierra seca, refrescandola y dandole alegria.
Muchas veces me paso el tiempo en el balcon viendo como la carretera se
llena de charcos y se ennegrecen las casas.
De noche, el ruido de la lluvia, esa cancion del agua, es como un rumor
que acompana resonando en los tejados y en los cristales; ritmo olvidado
vuelto a recordar.
Aun desde la cama lo oigo en la gotera del desvan, que, al caer en un
barreno, hace un ruido metalico.
Y la lluvia, y el viento, y el agua, todo me encanta y todo me
entristece.
Es la herida, esa herida que va fluyendo y anegando mi alma; manantial
cegado que ahora torno a brotar.
No se por que parecen llenas de magia melancolica las cosas pasadas; no
se lo explica uno bien; se recuerda claramente que en aquellos dias no
era uno feliz, que tenia uno sus inquietudes y sus penas, y, sin
embargo, parece que el sol de entonces debia brillar mas, y el cielo
tener un azul mas puro y mas esplendido.
Uno quisiera que las personas y las cosas relacionadas con nuestros
recuerdos fueran eternas; pero nuestra existencia no representa nada en
la corriente tumultuosa de los acontecimientos. Alli teniamos un
amigo..., en aquel rincon fuimos felices..., nuestra felicidad o nuestra
amistad tienen poca importancia.
Siento, al pensar en esto, un profundo terror, como si la vida se me
escapara en un momento de de
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