para la direccion del hogar durante la epoca de su esclavitud las
emplea ahora en el gobierno. Los Estados Unidos de la Felicidad son
administrados como una casa donde no se conoce el desorden ni el
despilfarro. Todo marcha con una estricta economia, y sin embargo
nuestro pais no carece de comodidad y de opulencia. Solo aceptamos como
gobernantes a las mujeres que saben realizar el mismo milagro que
realizaban en tiempos del despotismo masculino ciertas esposas a las que
daban sus esposos poco dinero y no obstante mantenian su casa con un
aspecto de abundancia y de regocijo.
Ningun pais, durante los largos siglos de tirania masculina, pudo
alabarse como nosotras da no haber tenido en cincuenta anos un solo
gobernante o un solo empleado que fuese ladron. Todo lo dirigen las
mujeres: las escuelas, las fabricas, los campos, los buques, las
maquinas de locomocion terrestres y voladoras, y la vida es mas dulce,
mas pacifica que antes. Esto demuestra la injusticia con que la mujer
era mirada en aquellos tiempos nefastos de la tirania hombruna, cuando
se la consideraba apta unicamente para administrar una casa pequena y
cuidar los hijos. Al hombre corresponden ahora estas funciones
secundarias.
Reconozco, gentleman, que nuestro triunfo no ha sido del todo generoso.
Cuando se sufre una esclavitud de miles de anos, el mal recuerdo y la
venganza resultan inevitables. Hoy las mujeres se han acostumbrado a su
situacion dominante, y el amor y la vida intima en la casa les hacen
mirar con un carino protector a los varones de su familia. Pero en los
primeros anos despues de la Verdadera Revolucion, los hombres lo pasaron
mal. La autoridad tuvo que intervenir muchas veces para aconsejar
prudencia y tolerancia a ciertas amazonas, que, acordandose de los malos
tratos sufridos en otros tiempos, daban todas las noches una paliza a
sus maridos.
Todavia quedan entre nosotras espiritus conservadores y tradicionalistas
que guardan un odio implacable al antiguo tirano. Estas son,
generalmente, mujeres intelectuales, que, dedicadas a un trabajo mental
y sintiendo ambiciones puramente idealistas, no han tenido tiempo para
pensar en el amor y se mantienen en laborioso celibato.
Yo he vivido tambien asi, gentleman, pero no crea que he seguido sus
costumbres.
A estas masculinofobas se las conoce en la calle y en todas partes por
la tenacidad con que muestran su odio a los hombres. Algun dia vera
usted a Golbasto, nuestro poeta laureado, l
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