o ademas que no representa peligro alguno la conservacion de dicho
armamento. ?Que podrian hacer con el los que intentasen utilizarlo? Dos
mujeres con un pequeno aparato de "rayos negros" bastarian para destruir
todas las armas antiguas, y con ellas a los imprudentes que pretendiesen
usarlas.
El gigante todavia quiso saber algo mas.
--?Y los hombres se resignaran eternamente a su decadencia? ?No temen
ustedes que algun dia surja entre ellos otro Eulame que los lleve a la
reconquista de su antigua superioridad?...
Le parecieron tan disparatadas estas preguntas al profesor, que las
acogio con grandes risas.
--Imposible, gentleman--dijo al fin--. Solo puede emitir esa hipotesis
el que no conozca como hemos organizado nuestra sociedad despues de la
Verdadera Revolucion. Todos los malvados principios inventados por el
egoismo de los varones, cuando estos dominaban a las hembras, los hemos
resucitado nosotras ahora para su esclavitud moral. Las mujeres
intelectuales que influyen en la organizacion presente (nuestros poetas,
nuestros filosofos, nuestros moralistas) se muestran acordes en absoluto
al enumerar y definir las virtudes masculinas. Un hombre honesto y de
buena familia debe salir poco de casa, preocuparse unicamente de su
administracion, educar a los hijos pequenos, oir en silencio a su esposo
femenino, sin contradecirle nunca; evitar las conversaciones sobre cosas
publicas, que corresponden unicamente a las mujeres.
Asi son los hombres de nuestras familias distinguidas, unicos varones
que resultan temibles porque conservan integra su inteligencia. Dos
generaciones educadas con arreglo a nuestro sistema han bastado para que
los hombres no guarden el menor recuerdo de lo que fue su dominacion en
otros tiempos y se resignen a su estado actual, encontrando dulces
placeres dentro de la vida domestica y una felicidad pasiva en sentirse
dirigidos por la mujer....
No le ocultare, gentleman, que recientemente se nota cierta
transformacion en los hombres. Hay una juventud masculina que se burla
de la mansedumbre de sus padres, de su falta de aspiraciones, de su
esclavitud domestica. Estos muchachos pretenden ir solos por las calles
y miran a las mujeres audazmente, sin bajar los ojos ni cubrirse con el
manto. Carecen de recato y de modestia. Los hay que hasta dan citas a
los oficiales de la Guardia y pasean con ellos por las afueras de las
ciudades.
Ahora empiezan a fundar circulos hombrunos, en los que discute
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