ste modo:
--Digame usted, Sr. Solon...
[5] --Licurgo, para servir a usted...
--Eso es, Sr. Licurgo. Bien decia yo que era usted un
sabio legislador de la antigueedad. Perdone usted la equivocacion.
Pero vamos al caso. Digame usted, ?como
esta mi senora tia?
[10] --Siempre tan guapa--repuso el labriego, adelantando
algunos pasos su caballeria.--Parece que no pasan anos
por la senora dona Perfecta. Bien dicen que al bueno
Dios le da larga vida. Asi viviera mil anos ese angel del
Senor. Si las bendiciones que le echan en la tierra fueran
[15] plumas, la senora no necesitaria mas alas para subir al cielo.
--?Y mi prima la senorita Rosario?
--iBien haya quien a los suyos parece!--dijo el aldeano.
--?Que he de decirle de dona Rosarito, sino que es el vivo
retrato de su madre? Buena prenda se lleva usted, caballero
[20] D. Jose, si es verdad, como dicen, que ha venido para
casarse con ella. Tal para cual, y la nina no tiene tampoco
por que quejarse. Poco va de Pedro a Pedro.
--?Y el Sr. D. Cayetano?
--Siempre metidillo en la faena de sus libros. Tiene
[25] una biblioteca mas grande que la catedral, y tambien escarba
la tierra para buscar piedras llenas de unos demonches de
garabatos que dicen escribieron los moros.
--?En cuanto tiempo llegaremos a Orbajosa?
--A las nueve, si Dios quiere. Poco contenta se va a
[30] poner la senora cuando vea a su sobrino.... Y la senorita 5
Rosarito que estaba ayer disponiendo el cuarto en que usted
ha de vivir.... Como no le han visto nunca, la madre y la
hija estan que no viven, pensando en como sera o como no
sera este Sr. D. Jose. Ya llego el tiempo de que callen
[5] cartas y hablen barbas. La prima vera al primo y todo
sera fiesta y gloria. Amanecera Dios y medraremos, como
dijo el otro.
--Como mi tia y mi prima no me conocen todavia--dijo
sonriendo el caballero,--no es prudente hacer proyectos.
[10] --Verdad es; por eso se dijo que uno piensa el bayo y
otro el que lo ensilla--repuso el labriego.--Pero la cara
no engana... ique alhaja se lleva usted! iY que buen
mozo ella!
El caballero no oyo las ultimas palabras del tio Licurgo,
[15] porque iba distraido y algo meditabundo. Llegaban a un
recodo del camino, cuando el labriego, torciendo la direccion
a las caballerias, dijo:
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