estigio: Rey no conocia la dulce
tolerancia del condescendiente siglo que ha inventado singulares 23
velos de lenguaje y de hechos para cubrir lo que a los
vulgares ojos pudiera ser desagradable.
Asi, y no de otra manera, por mas que digan calumniadoras
[5] lenguas, era el hombre a quien el tio Licurgo introdujo
en Orbajosa en la hora y punto en que la campana de
la catedral tocaba a misa mayor. Luego que uno y otro,
atisbando por encima de los bardales, vieron a la nina y al
Penitenciario y la veloz corrida de aquella hacia la casa,
[10] picaron sus caballerias para entrar en la calle Real, donde
gran numero de vagos se detenian para mirar al viajero
como extrano huesped intruso de la patriarcal ciudad. Torciendo
luego a la derecha, en direccion a la catedral, cuya
corpulenta fabrica dominaba todo el pueblo, tomaron la calle
[15] del Condestable, en la cual, por ser estrecha y empedrada,
retumbaban con estridente sonsonete las herraduras, alarmando
al vecindario, que por ventanas y balcones se mostraba
para satisfacer su curiosidad. Abrianse con singular chasquido
las celosias, y caras diversas, casi todas de hembra,
[20] asomaban arriba y abajo. Cuando Pepe Rey llego al arquitectonico
umbral de la casa de Polentinos, ya se habian
hecho multitud de comentarios diversos sobre su figura.
IV
=La llegada del primo=
EL senor Penitenciario, cuando Rosarito se separo bruscamente
de el, miro a los bardales, y viendo las cabezas del
[25] tio Licurgo y de su companero de viaje, dijo para si:
--Vamos, ya esta ahi ese prodigio.
Quedose un rato meditabundo, sosteniendo el manteo con
ambas manos cruzadas sobre el abdomen, fija la vista en el
suelo, con los anteojos de oro deslizandose suavemente
hacia la punta de la nariz, saliente y humedo el labio 24
inferior, y un poco fruncidas las blanquinegras cejas. Era
un santo varon piadoso y de no comun saber, de intachables
costumbres clericales, algo mas de sexagenario, de afable
[5] trato, fino y comedido, gran repartidor de consejos y advertencias
a hombres y mujeres. Desde luengos anos era
maestro de latinidad y retorica en el Instituto, cuya noble
profesion diole gran caudal de citas horacianas y de floridos
tropos, que empleaba con
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