a, el cual entro con los
[5] brazos abiertos, gritando:
--Venga aca, Sr. D. Jose de mi alma.
Y se abrazaron cordialmente. D. Cayetano y Pepe se
conocian, porque el distinguido erudito y bibliofilo solia
hacer excursiones a Madrid cuando se anunciaba almoneda
[10] de libros, procedente de la testamentaria de algun _buquinista_.
Era D. Cayetano alto y flaco, de edad mediana, si bien el
continuo estudio o los padecimientos le habian desmejorado
mucho; se expresaba con una correccion alambicada que le
sentaba a las mil maravillas, y era carinoso y amable, a
[15] veces con exageracion. Respecto de su vasto saber, ?que
puede decirse sino que era un verdadero prodigio? En
Madrid su nombre no se pronunciaba sin respeto, y si D.
Cayetano residiera en la capital, no se escapara sin
pertenecer, a pesar de su modestia, a todas las academias
[20] existentes y por existir. Pero el gustaba del tranquilo
[aislamiento,]
y el lugar que en el alma de otros tiene la vanidad, tenialo
en el suyo la pasion pura de los libros, el amor al estudio
solitario y recogido, sin otra ulterior mira y aliciente que los
propios libros y el estudio mismo.
[25] Habia formada en Orbajosa una de las mas ricas
bibliotecas que en toda la redondez de Espana se encuentran, y
dentro de ella pasaba largas horas del dia y de la noche,
compilando, clasificando, tomando apuntes y entresacando
diversas suertes de noticias preciosisimas, o realizando 34
quizas algun inaudito y jamas sonado trabajo, digno de tan
gran cabeza. Sus costumbres eran patriarcales; comia
poco, bebia menos, y sus unicas calaveradas consistian en
[5] alguna merienda en los Alamillos, en dias muy sonados, y
paseos diarios a un lugar llamado Mundogrande, donde a
menudo eran desenterradas del fango de veinte siglos
medallas romanas y pedazos de arquitrabe, extranos plintos de
desconocida arquitectura y tal cual anfora o cubicularia
[10] de inestimable precio.
Vivian D. Cayetano y dona Perfecta en una armonia tal,
que la paz del Paraiso no se le igualara. Jamas rineron.
Es verdad que el no se mezclaba para nada en los asuntos
de la casa, ni ella en los de la biblioteca mas que para
[15] hacerla barrer y limpiar todos los sabados, respetando con
religiosa admiracion los l
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