s las llevan en las puntas de los dedos. Las
universidades y las academias les instruyen de todo en un
periquete, dandoles patente de sabiduria.
--iOh! eso es injusto--repuso el canonigo, observando
la penosa impresion que manifestaba el semblante del 42
ingeniero.
--Mi tia tiene razon--afirmo Pepe.--Hoy aprendemos
un poco de todo, y salimos de las escuelas con rudimentos
[5] de diferentes estudios.
--Decia--anadio el canonigo,--que sera usted un gran
arqueologo.
--No se una palabra de esa ciencia--repuso el joven.--Las
ruinas son ruinas, y nunca me ha gustado empolvarme
[10] en ellas.
Don Cayetano hizo una mueca muy expresiva.
--No es esto condenar la arqueologia--dijo vivamente
el sobrino de dona Perfecta, advirtiendo con dolor que no
pronunciaba una palabra sin herir a alguien.--Bien se que
[15] del polvo sale la historia. Esos estudios son preciosos y
utilisimos.
--Usted--dijo el Penitenciario, metiendose el palillo en
la ultima muela,--se inclinara mas a los estudios de
controversia. Ahora se me ocurre una excelente idea. Sr. D.
[20] Jose, usted debiera ser abogado.
--La abogacia es una profesion que aborrezco--replico
Pepe Rey.--Conozco abogados muy respetables, entre ellos
a mi padre, que es el mejor de los hombres. A pesar de
tan buen ejemplo, en mi vida me hubiera sometido a ejercer
[25] una profesion que consiste en defender lo mismo el pro que
el contra de las cuestiones. No conozco error, ni
preocupacion, ni ceguera mas grande que el empeno de las familias
en inclinar a la mejor parte de la juventud a la abogacia.
La primera y mas terrible plaga de Espana es la turbamulta
[30] de jovenes abogados, para cuya existencia es necesaria una
fabulosa cantidad de pleitos. Las cuestiones se multiplican
en proporcion de la demanda. Aun asi, muchisimos se
quedan sin trabajo, y como un senor jurisconsulto no puede
tomar el arado ni sentarse al telar, de aqui proviene ese
brillante escuadron de holgazanes, llenos de pretensiones, 43
que fomentan la empleomania, perturban la politica, agitan
la opinion y engendran las revoluciones. De alguna parte
han de comer. Mayor desgracia seria que hubiera pleitos
[5] para todos.
--Pepe, por Dios, mira lo que hablas--dijo dona Perfecta,
con marcado tono de sev
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