terminar la primera presa
en el rio, y Robledo y usted podran regar inmediatamente una parte de
sus tierras.
Continuo Watson la marcha hacia su casa; pero a los pocos pasos hizo
alto para responder al saludo de un hombre todavia joven, vestido con
traje de ciudad, y que tenia el aspecto especial de los oficinistas.
Llevaba anteojos redondos de concha, y sostenia bajo un brazo muchos
cuadernos y papeles sueltos. Parecia uno de esos empleados laboriosos,
pero rutinarios, incapaces de iniciativas ni de grandes ambiciones,
que viven satisfechos y como pegados a su mediocre situacion.
Se llamaba Timoteo Moreno y era nacido en la Republica Argentina, de
padres espanoles. El Ministerio de Obras Publicas lo habia enviado
como representante administrativo a las obras de la Presa, y el era el
encargado de pagar al contratista Pirovani las sumas debidas por el
gobierno.
Despues que saludo a Watson se dio una palmada en la frente y quiso
retroceder, mirando al mismo tiempo sus papeles.
--He olvidado dejar en casa del capitan Canterac el cheque sobre Paris
que le entrego todos los meses.
Luego hizo un movimiento de hombros y continuo andando junto al
norteamericano.
--Se lo dare cuando vuelva a mi casa. De todos modos, no tenemos
correo hasta pasado manana.
Estaban frente al _bengalow_ habitado por el hombre mas rico del
campamento, y vieron como salia este y se acodaba en la barandilla de
una de las galerias. Luego, al reconocerlos, bajo apresuradamente la
escalinata de madera.
El italiano Enrico Pirovani habia llegado a la Argentina como obrero
diez anos antes, y era tenido ya por uno de los hombres mas ricos del
territorio patagonico que se extiende desde Bahia Blanca a la frontera
andina de Chile. Todos los Bancos respetaban su firma. No pasaba de
los cuarenta anos; llevaba el rostro afeitado; era grande y musculoso,
pero empezaba a mostrar la blandura naciente de los organismos
invadidos por la grasa. Tenia el aspecto del trabajador manual que ha
hecho fortuna y no puede ocultar cierta tosquedad reveladora de su
origen. Lucia numerosas sortijas, asi como una gran cadena de reloj, y
su traje siempre era flamante.
Estrecho las manos de los dos y dirigio a continuacion una mirada de
interes a los papeles que traia Moreno. El contratista y el empleado
del gobierno se veian todas las semanas para hablar de los trabajos.
Insistio el italiano en invitar a Ricardo a que entrase en su casa
para beber una copa.
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