es bien, muchacho. iMira! Aqui tienes
esta pieza de oro y este cuchillo. La moneda de oro vale cinco pesetas
y sera tuya si me afeitas sin cortarme; pero como eso no es muy facil,
porque tengo la piel muy delicada, te advierto que si me cortas te
matare con este cuchillo.
Y miro al pobre aprendiz con unos ojos que parecian salir chispas
centellantes.
Mientras tanto, el muchacho reflexionaba de esta manera:--iCinco
pesetas! Eso es mas de lo que gano en seis meses. Con esa suma me puedo
comprar un traje nuevo para la feria y, ademas, un nuevo estuche. Con
que me voy a atrever. Si este bruto mueve el rostro y lo corto, ya se lo
que debo hacer.
Con gran calma saca todo lo necesario de su estuche; sienta al forastero
en una silla, y sin el menor miedo pero con mucho cuidado termina el
muchacho felizmente la operacion.
--Aqui tienes tu dinero,--dijo el terrible matasiete.--iChispas, nino!
tu tienes mas valor que tu maestro y su asistente, y a la verdad mereces
el oro. Pero dime: ?no tenias miedo?
--?Miedo? ?Por que? Vd. estaba enteramente en mi poder. Tenia yo las
manos y mi mas afilada navaja en la garganta de Vd. Supongamos que Vd.
se mueve y yo le corto. Vd. intenta asir el cuchillo para matarme. Yo
lo impido y con una sola tajada lo deguello. Eso es todo. ?Entiende Vd.
ahora?
Esta vez fue el forastero el que se puso palido.
43. EL PERRO DEL VENTRILOCUO
Entro una vez en una fonda un ventrilocuo acompanado de su hermoso y muy
inteligente perro. Se sento a una mesa, llamo al mozo y dijo:
--Traigame Vd. un biftec.
Estaba ya al punto de irse el mozo para ejecutar la orden, cuando se
detuvo pasmado. Oyo distintamente que dijo el perro:
--Traigame a mi tambien un biftec.
[Illustration]
Estaba sentado a la misma mesa en frente al ventrilocuo un ricazo que
tenia mas dinero que inteligencia. Este dejo caer el tenedor y el
cuchillo y miro al perro maravilloso. Mientras tanto habia vuelto el
mozo. Puso un biftec sobre la mesa delante del dueno, y el otro en el
suelo delante del perro. Sin hacer caso del asombro general, hombre y
perro comieron con buen apetito. Despues dijo el dueno:
--Mozo, traigame Vd. un vaso de vino.--Y anadio el perro:--Traigame a mi
un vaso de agua.
En esto todos en la sala cesaron de comer, y se pusieron a observar esta
escena extraordinaria. Volviendose al ventrilocuo pregunto el ricazo:
--?Quiere Vd. vender este perro? Nunca he visto animal tan inteligente.
Pero el a
|