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marchante que encontraron, y se regalan en este momento en alguna posada
con el dinero. iPronto! No perdamos tiempo. Mudate de vestido. Ponte tu
mejor sombrero para que no te reconozcan. Vamos a devolverles el chasco
a esos picaros, y puede ser que aun podamos recobrar nuestro dinero.
A eso de las doce el tonto y su mujer llegaron a la aldea. Visitaron
varias fondas y, como lo sospecho la mujer, los tres picaros fueron
encontrados festejandose en una de aquellas.
El lugareno y su mujer se sentaron cerca de la mesa donde estaban los
picaros. La mujer llamo al posadero y le refirio en pocas palabras lo
que habia pasado a su marido.
--Si Vd. nos ayuda,--dijo la mujer al posadero,--podremos recobrar
nuestro dinero. Yo propongo esto: Mi marido pide un vaso de vino. Se
levanta, revuelve su sombrero, llama a Vd., y Vd. saca de su bolsillo
este dinero que yo le doy ahora, y pretende Vd. que la cuenta esta
pagada.
Mientras tanto los tres picaros seguian comiendo y bebiendo alegremente
sin prestar atencion al lugareno. Pero cuando este se levanto por
tercera vez, uno de los tres cayo en ello, y pregunto al posadero la
causa de tan extrana conducta.
--iCalle Vd! iSilencio!--respondio este, haciendo el misterioso.--Ese
hombre tiene un sombrero magico. He oido hablar muchas veces de ese
sombrero, pero esta es la primera vez que veo tal maravilla con mis
propios ojos. Viene este campesino, me ordena un vaso de vino, revuelve
el sombrero, y al momento suena en mi bolsillo el dinero. Al principio
no me parecia eso posible, pero los hechos son mas seguros que las
palabras.
El bribon, muy sorprendido, se reunio con sus camaradas y les refirio lo
que habia oido.
--Debemos obtener ese sombrero a cualquier precio,--dijeron los tres al
instante.
Se sentaron en la misma mesa que el lugareno, a quien no reconocieron, y
trabaron conversacion con el.
--Tiene Vd. un sombrero muy bonito, y me gustaria comprarlo. ?Cuanto
vale?--dijo el primero.
El lugareno le miro desdenosamente y repuso:--Este sombrero no se
vende, pues no es un sombrero ordinario como cualquier otro. iOla,
posadero!--grito con voz firme.--Traiga mas vino.
Cuando el vino fue servido el lugareno se levanto, revolvio el sombrero,
y el posadero saco al instante el dinero de su bolsillo.
Los tres bribones se quedaron pasmados de asombro, y tanto importunaron
al lugareno que este acabo por exclamar:
--Pues bien, por cincuenta pesetas les vendere el somb
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