res esparcidas aqui y alla. iQue lastima! iTenia tan hermosas
flores! iHe pasado momentos tan felices cobijado en su sombra!
--?Por quien tocas, Mateo?
--Por una boda, senor capitan.
Mateo ya no me conocia, sin duda.
?Una boda? Decia verdad. Los novios entran en este momento en la
iglesia. La prometida es--Dolores, mi Dolores querida, mas risuena y
encantadora que nunca. Vicente, mi mejor amigo, aquel por quien me
sacrifique, es el esposo afortunado. A mi alrededor oia decir:
--Seran felices, porque se aman.
--Pero ?y Jaime?--preguntaba yo.
--?Que Jaime?--contestaban. Todos me habian olvidado.
Entre en la iglesia, me arrodille en el sitio mas oscuro y apartado, y
rogue a Dios me diera fuerzas para no olvidarme de que era cristiano.
Hasta pude orar por ellos. Terminada la misa me levante, y dirigiendome
al lugar donde habia estado el peral, recogi una de las flores que en el
suelo halle,--flor ya marchita. Entonces emprendi mi camino sin volver
la cabeza atras.
--Ellos se aman. iQue sean muy dichosos!--pude aun decir.
--?Ya estas de vuelta, Jaime?
--Si, mi general.
--Oye, Jaime. Tu tienes veinticinco anos y eres capitan. Si quieres, te
casare con una condesa.
Saco de mi pecho la marchita flor del peral, y contesto:
--Mi general, mi corazon esta como esta flor. Lo unico que deseo es un
puesto en el sitio de mas peligro para morir como soldado cristiano.
Se me concede lo que solicito.
A la salida del pueblo se levanta la tumba de un coronel muerto a los
veinticinco anos en un dia de batalla.
52. EL ESTUDIANTE JUICIOSO
Caminaban juntos y a pie dos estudiantes desde Penafiel a Salamanca.
Sintiendose cansados y teniendo sed se sentaron junto a una fuente que
estaba en el camino. Despues de haber descansado y mitigado la sed,
observaron por casualidad una piedra que se parecia a una lapida
sepulcral. Sobre ella habia unas letras medio borradas por el tiempo y
por las pisadas del ganado que venia a beber a la fuente. Picoles la
curiosidad, y lavando la piedra con agua, pudieron leer estas palabras:
_Aqui esta enterrada el alma del licenciado Pedro Garcia._
El menor de los estudiantes, que era un poco atolondrado, leyo la
inscripcion y exclamo riendose:
--iGracioso disparate! Aqui esta enterrada el alma. ?Pues una alma puede
enterrarse? iQue ridiculo epitafio!
Diciendo esto se levanto para irse. Su companero que era mas juicioso y
reflexivo, dijo para si:
--Aqui hay misterio
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