i habia peligro de ser visto.
--Ahora sale de la despensa con un cazuelo de garbanzos--dijo
Maria Juana, estirando el cuello para ver un
poco.
[25] --iZas!--exclamo otra, arrojando una piedrecilla.
Oyose el ruido del proyectil al chocar contra los cristales
de la galeria, y luego una colerica voz que gritaba:
--Ya nos han roto otro cristal esas....
Ocultas las tres en el rincon del terrado, junto a los dos
[30] caballeros, sofocaban la risa.
--La senora Suspiritos esta muy incomodada--dijo 94
Rey.--?Por que la llaman asi?
--Porque siempre que habla suspira entre palabra y
palabra, y aunque de nada carece siempre se esta
[5] lamentando.
Hubo un momento de silencio en la casa de abajo.
Pepita Troya atisbo con cautela.
--Alla viene otra vez--murmuro en voz baja, imponiendo
silencio.--Maria, dame una china. A ver... izas!...
[10] alla va.
--No la has acertado. Dio en el suelo.
--A ver si yo puedo... Esperaremos a que salga otra
vez de la despensa.
--Ya, ya sale. En guardia, Florentina.
[15] --iA la una, a las dos, a las tres!... iPaf!...
Oyose abajo un grito de dolor, un voto, una exclamacion
varonil, pues era un hombre el que la daba. Pepe Rey
pudo distinguir claramente estas palabras:
--iDemonche! Me han agujereado la cabeza esas...
[20] iJacinto, Jacinto! ?Pero que canalla de vecindad es
esta?...
--iJesus, Maria y Jose, lo que he hecho!--exclamo
llena de consternacion Florentina,--le he dado en la
cabeza al Sr. D. Inocencio.
[25] --?Al Penitenciario?--dijo Pepe Rey.
--Si.
--?Vive en esa casa?
--?Pues donde ha de vivir?
--Esa senora de los suspiros....
[30] --Es su sobrina, su ama o no se que. Nos divertimos
con ella porque es muy cargante, pero con el senor Penitenciario
no solemos gastar bromas.
Mientras rapidamente se pronunciaban las palabras de
este dialogo, Pepe Rey vio que frente al terrado, y muy
cerca de el, se abrian los cristales de una ventana
perteneciente a la misma casa bombardeada; vio que aparecia 95
une cara risuena, una cara conocida, una cara cuya vista le
aturdio y le consterno y le puso palido y tremulo. Era
[5] Jacintito, que interrumpido en sus graves estudios, abrio
la ventana de su despacho, presentandose en ella con la
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