erca de
los espiritus que la gobiernan; pero
ellos no pueden socorrerme; les he
pedido lo que no pueden darme,
no les pido nada mas.
LA ENCANTADORA.
?Que es pues lo que pides, que
no pueden concedertelo aquellos
que lo pueden todo y que gobiernan
los elementos invisibles?
MANFREDO.
?Para que repetire la relacion de
mis dolores? seria en vano.
LA ENCANTADORA.
Yo los ignoro, tened la bondad
de referirmelos.
MANFREDO.
iBien! por cruel que sea para mi
esta confesion, hablara mi dolor.
Desde mi juventud, mi espiritu
no estaba de acuerdo con las almas
de los hombres, y no podia mirar
la tierra con amor. La ambicion que
devoraba a los demas me era desconocida;
su objeto no era el mio ...
mis placeres, mis penas, mis pasiones
y mi caracter me hacian parecer
un estrano en medio del mundo.
Aunque revestido de la misma forma
de carne que las criaturas que
me rodean, no sentia ninguna simpatia
por ellas ... una sola ... pero yo
hablare de ella luego.
Mis placeres eran el ir en medio
de los desiertos a respirar el aire vivo
de las montanas cubiertas de hielo,
sobre cuya cumbre los pajaros no
se hubieran atrevido a construir su
nido, y en donde el granito desnudo
de yerbas se ve desierto de los insectos
alados. Gustaba de atravesar
las aguas de los torrentes furiosos, o
de volar sobre las olas del Oceano
iracundo; me encontraba ufano de
ejercitar mi fuerza contra los corrientes
rapidas; gustaba durante la
noche de observar la marcha silenciosa
de la luna y el curso brillante
de las estrellas; miraba fijamente los
relampagos durante las tempestades
hasta tanto que mis ojos quedasen
deslumbrados, o bien escuchaba la
caida de las hojas cuando los vientos
del otono venian a despojar los bosques.
Tales eran mis placeres, y tal
era mi amor por la soledad, que si
los hombres, de quienes me afligia
el ser hermano, se encontraban a mi
paso, me sentia humillado y degradado,
hasta no ser ya, como ellos,
sino una criatura de barro.
En mis paseos delirantes descendia
a la profundidad de las cavernas
de la muerte para estudiar su causa
en sus efectos, y desde los montones
de huesos y del polvo de los sepulcros,
me atrevia a sacar consecuencias
criminales; consagre las noches
en aprender las ciencias secretas olvidadas
hace ya mucho tiempo. Gracias
a mis trabajos y a mis desvelos,
a las pruebas terribles y a las condiciones
a que nos someten la tierra,
los aires y los espiritus que d
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