e aqui lord Byron a la
moral religiosa; pues le vemos, muy a menudo armarse de
una duda sacrilega, atacar toda revelacion venida de
arriba, y hasta lo que nos descubre un sentimiento
intimo, la existencia de un criador.
Se ve facilmente que el drama de Manfredo no ha sido
nunca destinado a la representacion teatral: cuando mas
podria confiarse a los actores de la Pan-hipocrisiada de
M. Lemercier.
Este drama ofrece numerosas relaciones con el de Faust
que analiza madama de Stael con su talento acostumbrado.
Vamos a ensayar por medio de algunos estractos de ambas
obras el modo de que el lector pueda comparar el
espiritu de estas dos piezas estraordinarias.
Primeramente debe notarse que la nobleza y dignidad
tragica no cesan nunca de caracterizar el estilo de lord
Byron, mientras que Goethe ha introducido en la escena
personages de la infima plebe, que se esplican en el
innoble lenguaje de su estado y que parecen no
representar su papel, sino para probar que el autor esta
tan acostumbrado a las conversaciones bajas de los
bodegones, como a las maneras elegantes de la corte;
pero no puede juzgarse a Goethe segun los principios
establecidos, porque ha afectado el escribir contra
todas las reglas; "no se puede ir mas lejos en
pensamientos atrevidos, y la memoria que queda de este
escrito conserva siempre un poco de desvario." Pero este
talento no debe ser muy envidiado ni admirado, porque
brilla particularmente a espensas de la moral, del
juicio interno y de la religion. Goethe no trata
solamente de destruir todos los consuelos de la vida
presente, probando que el hombre esta destinado a la
miseria desde su nacimiento, sean cuales fueren su
rango, su fortuna y su inteligencia, pero procura
tambien despojarle de la sola esperanza que le queda
cuando se halla en el colmo de la desgracia: la promesa
de una felicidad futura. Faust es un hechicero como
Manfredo "sus conocimientos profundos no le preservan
del fastidio de la vida; ensayo para librarse de el, el
hacer un pacto con el diablo y este concluyo con
llevarsele. Ved la primera palabra que ha dado a Goethe
su obra singular."
"El diablo es el heroe de esta pieza: el autor no le ha
concebido como una fantasma h
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