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que da para el consumo y para la exportacion; aquella tierra
que rinde tres o cuatro cosechas al ano, ni es tal tierra,[68-1] ni
Cristo que lo fundo,[68-2] sino arena pura y limpia, expelida sin
cesar por el turbulento Oceano, arrebatada por los furiosos
05 vientos del Oeste y esparcida sobre toda la comarca rotena, como las
lluvias de ceniza que caen en las inmediaciones del Vesubio.[68-3]
Pero la ingratitud de la Naturaleza esta alli mas que compensada
por la constante laboriosidad del hombre.--Yo no
conozco, ni creo que haya en el mundo, labrador que trabaje
10 tanto como el roteno.--Ni[68-4] un leve hilo de agua dulce fluye
por aquellos melancolicos campos.... ?Que importa? iEl
_calabacero_ los ha acribillado materialmente de pozos, de donde
saca, ora[68-5] a pulso, ora por medio de norias, el precioso humor
que sirve de sangre a los vegetales!--La arena carece de
15 fecundos principios, del asimilable _humus_[68-6].... ?Que importa?
iEl _tomatero_ pasa la mitad de su vida buscando y
allegando sustancias que puedan servir de abono, y convirtiendo
en estiercol hasta las algas del mar!--Ya poseedor de
ambos preciosos elementos, el hijo de Rota va estercolando
20 pacientemente, no su heredad entera (pues le faltarla abono
para tanto), sino redondeles de terreno del vuelo de un plato
chico,[68-7] y en cada uno de estos redondeles estercolados siembra
un grano de simiente de tomate o una pepita de calabaza, que
riega luego a mano con un jarro muy diminuto, como quien da
25 de beber a un nino.
Desde entonces hasta la recoleccion cuida diariamente una por
una las plantas que nacen en aquellos redondeles, tratandolas con
un mimo y un esmero solo comparables a la solicitud con que
las solteronas cuidan sus macetas. Un dia le anade a tal mata[68-8]
30 un punadillo de estiercol; otro le echa una chorreadita de
agua; ora las limpia a todas de orugas y demas insectos daninos;
ora cura a las enfermas, entablilla a las fracturadas, y
pone parapetos de cana y hojas secas a las que no pueden
resistir los rayos del sol o estan demasiado expuestas a los (p69)
vientos del mar; ora, en fin, cuenta los tallos, las hojas, las
flores o los frutos de las mas adelantadas y precoces, y les
habla, las acaricia, las besa, las bendice y hasta les pone
e
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