--Lo que no hay--anadio acercandose a la senora de Calderon y dandole
dos sonoros besos en las mejillas--es una mujer tan ingrataza y tan
insignificante como tu.... Por supuesto, que yo no vengo ya a verte a
ti, sino a mi senor D. Julian, que alguna vez que otra sube a darme las
buenas tardes y a decirme como anda la cotizacion.... Y a proposito de
cotizacion, Clementina, dile a tu marido que suspenda aquello hasta que
le avise.... Mejor dicho, no le digas nada; yo pasare esta noche por tu
casa.
--iPero hija, que lios traes siempre con el papel y la Bolsa y las
acciones!--exclamo Mariana.
--Pues los mismos que tu traerias si no tuvieses un marido tan activo
que se encarga de calentarse la cabeza para que tu la tengas fresca y
descansada....
--Vaya, Pepa, no me eche usted piropos, que voy a ponerme colorado--dijo
Calderon.
--No digo mas que la verdad. iSi creeran que es plato de gusto estar
pensando en si baja o si sube el papel, escribir cartas y endosos y
andar camino del Banco!
--Imagino yo, Pepa--manifesto el general con sonrisa galante--que por
mas que diga, usted tiene aficion a los negocios.
--?Imagina usted? iQue raro!
--No tengo tanta imaginacion como usted, pero alguna si--respondio el
general un poco molestado por la risa que la frase de Pepa habia
producido.
Esta Pepa era una mujer que gozaba fama de chistosa en sociedad, aunque
realmente su gracia se confundia a menudo con la desvergueenza. Hablar
siempre con rostro enojado, llamar a las cosas por su nombre, por crudo
que fuese, decir una fresca al lucero del alba; tales eran las
cualidades que habian logrado darle popularidad en los salones. Habia
quedado viuda bastante joven, con dos hijos, un varon que habia seguido
la carrera de marino y que a la sazon estaba navegando, y una hija a
quien habia casado hacia un ano. Su marido habia sido comerciante, y en
los ultimos anos jugaba en la Bolsa con fortuna. En esta temporada, Pepa
contrajo la misma pasion. Una vez viuda siguio alimentandola. La
prudencia, o por mejor decir la timidez que caracteriza a las mujeres en
los negocios, la habian librado de la ruina, que suele ser, tarde o
temprano, inevitable para los apasionados al juego. Algo se habia
mermado su fortuna, pero aun disfrutaba de un envidiable bienestar.
--Pepa, el asunto marcha admirablemente--dijo Pinedo--. De Zaragoza han
pedido un volcan y en la Coruna ha resuelto el Ayuntamiento establecer
dos, al oriente y al poniente de
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