arboles que cuentan siglos, por lo que se
ven las ensenadas llenas de troncos, que las crecientes estraordinarias
han ido amontonando.
El Mamore, tan ancho como el Guapore, me enseno sobre sus riberas y
sobre las de sus tributarios, en el curso de una navegacion como de cien
leguas, las hermosas misiones de la Exaltacion, de Santa-Ana, de
San-Xavier, de la Trinidad y de Loreto.
Las comunicaciones que existian entre Cochabamba y Moxos eran largas, y
sobre todo muy arriesgadas, siendo esto un grandisimo obstaculo para el
comercio establecido entre ambos puntos. Asi pues me propuse buscar,
para obiar tales inconvenientes, un camino mas abreviado, o una via de
navegacion por en medio de selvas y montanas, persuadido de que con esto
haria yo a Bolivia un servicio capaz de dar a su gobierno un testimonio
de mi gratitud, por las muchas favores de que le era justamente deudor.
Un poco mas al sud de la Trinidad, habia yo notado sobre la orilla
occidental del Mamore la embocadura del Rio Securi, no marcado en los
mapas, y cuyo curso hasta en el mismo pais era desconocido. Este
caudaloso rio, que viene mas directamente de las montanas del este de
Cochabamba, debia ayudarme a poner en practica mi proyecto; mas quise
ante todo asegurarme por mi mismo, de si no eran exageradas las
dificultades de la comunicacion existente hasta entonces.
Abandone en efecto los llanos abrasadores de la provincia de Moxos,
inundados una parte del ano; y embarcandome en una canoa, ayudado por
los indios Cayuvavas, los mejores remeros de la comarca, subi por el rio
Mamore hasta su confluencia con el Chapare, y por este, en seguida,
hasta su union con el Rio Coni. Finalmente, a los quince dias de una
penosa navegacion, durante los cuales no habia yo visto otra cosa sino
bosques, y la pequena parte de cielo correspondiente al profundo surco
abierto por los rios en medio de ese oceano de perenne verdor, vine a
encontrarme con la nacion de los Yuracarees, al pie de las ultimas
faldas de la cordillera oriental.
Las florestas virgenes del Brasil, que con tanta perfeccion y gracia ha
trasladado al lienzo el pincel de uno de los mejores artistas franceses,
en nada se parecen a las de los lugares donde yo me hallaba. En estos,
ayudada la naturaleza por un temperamento calido y constantemente
humedo, ha tomado un desarrollo tal, que no hay cosa que pueda
compararsele. El todo de la vegetacion cuenta alli cuatro anditos
diferentes. Arboles de ochenta a ci
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